miércoles, 30 de noviembre de 2011

Confieso que he vivido

-César Canela-

(En mi vigésimo segundo cumpleaños)
"¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son."
"La Vida es Sueño",

Pedro Calderón de la  Barca

Un amante de la vida.
Hoy mismo, hace ya 22 años nací a la vida, me hice miembro de todos los que sufren el síndrome de la caducidad. Desde que nací me constituí un ser social, inserto en un ambiente determinado. A lo largo del tiempo me fui dando cuenta que la vida exige mucho más que respirar, exige esfuerzo mental, exige fortaleza frente a las adversidades, exige un trato amable a los demás, exige una sonrisa en los momentos alegres y exige seriedad en los momentos tristes o complicados.

Recuerdo cuando tenía mis juguetes en las manos, cuando sonreía alegremente en mi niñez, las veces que me enfermé y que me hicieron promesas que no fueron cumplidas, como la bicicleta que me iban regalar; también recuerdo las veces que un amigo o una amiga me sonrió diciéndome “tu puedes”, las veces que me caí y me paraba corriendo, los besos de mi madre, las veces que corrí bajo la lluvia escuchando la voz en la distancia que me decía: “no te mojes, te puede dar gripe”; recuerdo  cuando de niño iba a la iglesia de mi ciudad, a las clases de pintura, de karate o de béisbol; recuerdo cuando quería dormir con la luz encendida porque tenía miedo a la oscuridad, también las veces que me dijeron “te quiero” o “te amo”, cuando me decían que hiciera silencio y mi deseo de hablar superaba. Confieso que fui un niño juguetón, un tanto travieso, curioso y alegre. Fueron tantas cosas las que viví, entre ellas, más buenas que malas.

La vida es la vida, no tengo otra manera para definirla. En la palabra vida se encierran innumerables realidades que trascienden el entendimiento humano, uno sabe que vive, pero hay que buscarle un sentido a ese vivir. Para encontrarle un sentido a la vida, hay que vivirla plenamente sin dejar escapar ningún momento, haciendo lo que a uno le hace feliz sin comprometer o perjudicar la felicidad de los demás. La vida es un don de Él que todos los dones tiene. La vida hay que vivirla de dos maneras: amando y aprendiendo.

-         Amando a las personas, especialmente a nuestra familia y a quienes están a nuestro alrededor; probablemente éstas sean las únicas personas que estén al final de nuestra vida, haciéndonos compañía y recordándonos aquellas cosas que olvidamos. Hay que amar, de tal manera, que veamos la grandeza de las personas, es decir, amarlas por el simple hecho de ser personas como nosotros, seres racionales y sentimentales.

-         Aprendiendo de los buenos momentos, de los buenos libros y de las buenas personas, para imitar cada día sus ejemplos. Aprendiendo de los malos momentos y de las malas personas para evitar caer en los mismos errores. Aprendiendo que la gente es humana y que debemos tratar a los demás condescendientemente…

A lo largo de mi joven vida, he aprendido que la música tiene una conexión directa con el alma, por eso hay que evitar bajo cualquier concepto escuchar música ruidosa y desordenada. Me atrevo a decir que la música apunta a la identidad interior de la persona. Dime que música escuchas y te diré lo paciente que eres.

Me he dado cuenta que un detalle por sí mismo no dice mucho, pero que la suma de todos los detalles constituye la vida misma. Si uno se queda en un momento de la vida probablemente viva en un mundo de sueños, equivocado; la vida no se puede juzgar por un momento de ira o por un momento de alegría, la vida son las dos cosas, unidas e inseparables.

He aprendido que el tiempo pasa sin detenerse, en un instante; que el hoy en un abrir y cerrar de ojos se convertirá en ayer. El vivir no puede esperar, hay que vivir hoy porque mañana puede que sea demasiado tarde para sonreír o para llorar; para leer o para cantar…

Confieso que hasta ahora he vivido. Decir que he vivido encarna dentro sí una serie de realidades como: llorar, reír, hablar, escuchar, callar, airarse, arrepentirse, celebrar, enlutarse, equivocarse, sentir que todo está perdido y darse cuenta de que siempre hay una esperanza, …

No me puedo quejar de la vida, me siento contento de cada momento vivido, porque gracias a las circunstancias soy quien soy. No me avergüenza mi identidad, me siento feliz de todo lo que constituye a mi entitividad. Hoy no se cierra mi historia, al contrario, se abre una página más para seguir viviendo.

Sólo me queda decir que si vuelvo a nacer, quisiera estar en los mismos zapatos, ser el mismo que soy, concluyendo con esta misma frase mi reflexión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ohhh... que profundo; me siento orgullosa de tener un amigo, en el tiempo que nos hemos conocido ha sido de dicha y felicidad

César Canela dijo...

Muchas Gracias por el comentario.