- César Canela, Mag. -
"No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las
decisiones es la mejor, porque no existe
comparación alguna. El hombre lo vive todo
a la primera y sin preparación." -Milan Kundera
Mi historia inició el 30 de noviembre del año 1989, al menos eso me contaron y yo lo creí sin dudas. Siempre he sido una persona sumamente inquieta y dispuesta a conocer más allá hasta las últimas consecuencias. Tuve una infancia como todos los niños, aunque debo decir que la mía, a pesar de las precariedades propias de aquella época, fue una etapa significativamente hermosa en donde sentí el cariño familiar y el cálido amor de la gente cercana.
Mi adolescencia fue sumamente especial, inicié mis estudios de inglés, conocí a mis mejores amigos -los que todavía conservo-, entré al seminario católico, me mudé de ciudad dos veces e inicié mi pasión por la música a través de la flauta dulce y del acercamiento a la guitarra. Tuve el privilegio de salir estudiante con índice por encima de 90 puntos (me sorprendí al saberlo) del Colegio Inmaculada Concepción, un prestigioso colegio de La Vega, RD.
En lo adelante, fui un joven universitario como todos, con un deseo inmenso de crecer y de desarrollarme en el ámbito intelectual. Tuve acercamiento a varios autores clásicos como Aristóteles, Platón, Epicuro, Parménides, Heráclito (entre otros) y se fue constituyendo mi pensamiento filosófico sobre la realidad de la vida. Luego de un largo proceso de pensamiento -seis años para ser exacto-, decidí retirarme del seminario y hacer mi vida como un académico. Terminé mi carrera de filosofía en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, alcanzando, en 2012, el honor de Summa Cum Laude, la más alta condecoración dada en las carreras de grado, ese día me sentí feliz y me sentí agradecido.
Más tarde, en mi joven adultez conocí al amor de mi vida e inicié mi vida laboral como profesor en el Colegio Juan Pablo Duarte, un colegio que lleva 50 años de vida académica ininterrumpida en la ciudad de Bonao, para mí un privilegio iniciar a los 22 años mi vida docente. Al transcurrir el tiempo, al ver que la carrera docente es aquello que me hace feliz, decidí hacer Maestría en Ciencias de la Educación en la Universidad Abierta Para Adultos, la cual concluí en el año 2017 donde obtuve una placa de condecoración como el más destacado entre los eminentes magísteres y especialistas de la universidad en esa graduación. He recibido varios reconocimientos y condecoraciones por el trabajo con los jóvenes a través de la Pastoral Juvenil y de otras organizaciones sociales juveniles.
He descubierto a lo largo del tiempo que una de las cosas que más disfruto es mi participación en el Programa de La Voz del Obispo TV-Radio, del cual, desde los 24 años, soy el Director General. Me siento parte importante de ese espacio, en primer lugar porque tengo la asistencia sabia de un mentor, amigo y obispo y también de la compañía de jóvenes preparados en el ámbito de la televisión. He tenido el privilegio de conocer tres países: Estados Unidos, Polonia y Alemania. La cultura que más me ha impresionado ha sido la polaca, espero en algún tiempo no muy lejano visitar Polonia otra vez.
Luego de reflexionar en estos 28 años de vida sobre esas cosas que he enumerado, puedo decir que no me siento superior ni inferior por lo poco que logrado, me siento como muchos otros, un joven con deseos de trabajar y de construir cada día una sociedad mejor. Entiendo que las condecoraciones y las cosas humanas se quedan en este mundo y que lo más importante es enriquecer el alma con la reflexión filosófica constante y el espíritu con la meditación religiosa. Siento un fuerte compromiso con la sociedad, inspirado en la frase de Ortega: "yo soy yo y mi circunstancia, y si no salvo a ella no me salvo yo"; estoy dispuesto a construir cada día una sociedad mejor, desde mi espacio, cuando nací encontré un mundo y quiero que cuando muera pueda dejar un pequeño legado en el corazón de aquellos que me hayan conocido.
Finalmente, aunque soy joven no veo la muerte algo distante, sino como algo cercano, propio de todos aquellos que vivimos, a pesar de la posibilidad de la muerte espero terminar mis días en la vejez, con piel arrugada y sufriendo pacientemente las postrimerías de la existencia terrenal. La vida, aunque hermosa, es muy corta.
Un fuerte abrazo, hasta la próxima.
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