lunes, 21 de noviembre de 2011

“Elogio de la ociosidad” de Bertrand Russell

-César Canela-

Una síntesis para un 
trabajo de la universidad

         Un ensayo realmente interesante sobre la necesidad de la ociosidad, está desarrollado en una sola parte donde menciona algunos países y continentes para ilustrar y fortalecer su tesis. Contiene una crítica a la idea del trabajo que van creando las masas poderosas para que los más pobres siempre vivan sumergidos en ese estilo de vida con la frase hay que trabajar porque la ociosidad es la madre de todos los vicios. Se necesita una revolución porque en el mundo ya se ha trabajado demasiado y la creencia de que el trabajo es una virtud ha causado muchísimos daños al ser humano, el ser humano no tiene tiempo para dedicarlo a su vida intelectual.

El hombre que trabaja y ahorra está haciendo algo totalmente inhumano porque el ahorro es una práctica egoísta que lleva al hombre a guardar el dinero que podría ser invertido o gastado para producir empleo para las personas más necesitadas del mundo. Gastar el dinero –aunque se gastara en bebida y en juegos- es mejor que guardarlo donde no produzca nada.

Se proponen tres clases de trabajo:

a.    La primera: modificar la disposición de la materia en, o cerca de, la superficie de la tierra, en relación con otra materia dada.

b.    La segunda: mandar a otros a que lo hagan.

d   La tercera: enseñar a mandar.

La primera es una clase de trabajo muy desagradable y mal pagada mientras que la segunda es todo lo contrario. En la segunda forma de trabajo se tiene ociosidad pero esta no es la mejor forma porque se consigue a partir del trabajo de otros (se abusa). En la antigüedad se fue creando un sistema ético donde se les decía a la gente que deben trabajar intensamente porque eso les proporcionará dignidad, aunque fuera para mantener a otros ociosos. El deber fue ideado por lo poseedores del poder para su beneficio (Ej. Les decían a los pobres que deben trabajar para su mejoría). El mundo moderno ha convertido un hecho la ociosidad para todas las personas, no solamente para las clases privilegiadas. La moral del trabajo es la moral de los esclavos, y el mundo moderno no tiene necesidad de esclavitud. El tiempo libre es indispensable para la civilización, pero el tiempo libre no debe ser adquirido a través del abuso a las masas para que trabajen más y unos pocos vivan ociosos, sino para que sea distribuido equitativamente el trabajo.

La idea de que el pobre disponga de tiempo libre siempre ha sido una cuestión escandalosa para los más privilegiados. Afirman que los pobres no pueden tener tiempo libre porque no saben en que emplearlo y pueden caer en vicios totalmente desastrosos.

Frente a toda esta realidad del trabajo excesivo Bertrand Russell propone que las horas de trabajo diario sean reducidas a cuatro (4). Las cuatro horas de trabajo deben ser distribuidas de tal manera que permitan que el ser humano pueda tener el derecho a los artículos de primera necesidad y a las comodidades elementales de la vida, y el resto de su tiempo debería ser de él (el hombre) para empleara en lo que creyera conveniente. Todos deben trabajar, sin excepción de nadie, pero todo el mundo va a tener el mismo tiempo justo de ociosidad. El fin del ser humano no es el trabajo, el fin del ser humano es alcanzar la felicidad. El trabajo es un medio como la ociosidad para alcanzar la felicidad. Es muy raro que una persona se sienta completamente feliz con el exceso de trabajo. No trabajan en exceso porque les guste, sino porque la idea del deber los obliga.

Los mejores momentos de felicidad se consiguen en la ociosidad. A pesar de esto muchos critican las actividades ociosas porque supuestamente no producen nada, pero es todo lo contrario en las actividades ociosas es que han surgido los más grandes inventos de la humanidad. Hay que tener en cuenta que se debe crear un sistema educativo que permita al hombre desarrollar una conciencia para aprovechar el tiempo libre de forma inteligente. Cuando se logre una justa ociosidad que favorezca a todas  las personas habrá felicidad y alegría de vivir, en lugar de nervios gastados, cansancio dispepsia. El trabajo exigido bastará para hacer del ocio algo delicioso, pero no para producir agotamiento sino para producir cosas que permitan hacer al ser humano más digno y más libre. Gracias a este estado de ociosidad las personas podrán ser más tolerantes, pacientes, los deseos de guerra desaparecerán, los hombres y mujeres serán más bondadosos, en fin conseguiremos un mundo mejor.

En definitiva, este texto es una apología de la ociosidad, también es una condena para aquellas personas que se aprovechan de las necesidades de los pobres para ponerlos a trabajar forzosamente. Todos tienen los mismos derechos para disfrutar de tiempo libre que les permita crecer en todas las dimensiones de la vida: intelectual-científica, humana y social. Gracias a la ociosidad la humanidad ha avanzado considerablemente en la técnica y la ciencia; en algunos períodos de la historia fue necesario que otros hombres trabajaran para que algunos tuvieran tiempo de ocio y ayudaran a la civilización pero en la época moderna eso no es necesario porque los avances tecnológicos (maquinas) permiten al hombre distribuir su tiempo justamente para que todos puedan gozar del ocio y hacer sus propios aportes para el crecimiento de la humanidad.

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