-César Canela, Mag.-
Publicado en Prensa de Ahora:
Canela, C. (Enero 2016). Fe y política ¿contradictorias?
Periódico Local Prensa de Ahora. Bonao. Pág. 14
"La unión de la ciencia
y la religión está en
el infinito que aún
desconocemos"
desconocemos"
- Abel Pérez Rojas.
Es conocido que muchos se atreven a sostener la tesis de que la fe y la política son contradictorias. También arguyen que las personas de fe deben alejarse de la política y que los políticos no son personas de fe.
Me atrevo a decir que quieres afirman que la fe y la política son contradictorias, a lo mejor, no han observado que muchos cambios de la historia han ocurrido gracias a la participación de personas de fe auténtica en la política. Presentaremos varios ejemplos de personas que desde la fe han aportado en la política:
Un primer ejemplo es Jesús de Narazret, quien nunca tuvo miradas diferentes para la gente. Entendía que la igualdad en derecho es el elemento supremo frente a una sociedad opresora y esclavista. Jesús nunca se hizo ajeno del mundo al que pertenecía, sus predicaciones proponían un sistema de vida llamado el Reino de Dios, predicaba el amor, la práctica del amor, sanaba a los enfermos, a los endemoniados, acogía a las mujeres y las demás personas discriminadas de esa sociedad. Decía que el la práctica del bien es la materialización del Reino de Dios en la tierra, una forma de gobierno espiritual. El Reino de Dios inicia en la tierra, en donde los hombres y las mujeres luchan cada día por dignificar su vida y la de los demás.
Otro ejemplo, más reciente y más cercano, de la relación entre la fe y la política, fue el discurso que Fray Antón de Montesino pronunció en año 1511 en La Española -hoy Santo Domingo-, en donde él, se atrevía a enfrentar la maldad de los colonizadores, quienes exterminaban la vida de los pobres indios. El acto de Fray Antón de Montesino se puede considerar, según el momento histórico, como la primera lucha de los derechos humanos que tuvo escenario en el continente americano colonizado. Este humilde fraile, era un sacerdote dominico que celebraba cada día la misa; su fe le impulsó a reclamar la dignidad de los indígenas, en contra del poderío de los abusos de la “madre patria”.
c. Más adelante, cuando los países de América iniciaron la justa revolución para conseguir su independencia, varios sacerdotes -especialmente católicos-, en algunos países, tuvieron una participación muy importante en el destino de estos pueblos. En el caso de México, donde el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado de aborígenes y mestizos proclamó la independencia de ese país el 16 de septiembre de 1810. Como dicha proclamación no tuvo mucho alcance, más adelante, el también sacerdote José María Morelos organizó un ejército y proclamó nuevamente la independencia de México en 1813 y un año después presentó la Constitución, hasta que fue fusilado por traidores. Es admirable, como esos hombres de fe tomaron partido en la lucha de la independencia de ese país, hasta el punto de sacrificar sus vidas fue un acto heroico que la historia debe reconocerles.
Su Santidad el Papa León XIII, en sus documentos, sobre todo aquellos que están destinados a la Doctrina Social de la Iglesia, propugna por una iglesia que se acerque a los pobres, que se acerque a las personas. También insta a los fieles laicos del catolicismo a involucrarse en la política para construir una sociedad mejor. También Su santidad el Papa Paulo VI no tuvo que negar de su investidura, ni tuvo que dejar su fe, para reconocer que la democracia cristiana era una gran necesidad para el mundo de su época.
En otro orden, también el patricio Juan Pablo Duarte, siendo un hombre de fe, definió la República Dominicana como un estado de fuertes raíces cristianas-católicas. Duarte, inició el Juramento Independentista, mejor conocido como Juramento Trinitario, diciendo: “En nombre de la Santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios, juro y prometo…”, proponiendo como lema las palabras de Dios, Patria y Libertad. Duarte, para convertirse en el gran patriota e ideólogo de la Independencia Dominicana, no tuvo que negar su fe, no tuvo que separarse de las filas de los hombres que cultivan la espiritualidad; fue un hombre coherente en todas las etapas de su vida.
También, otro caso, en esta tierra, fue el de Monseñor Francisco Panal Ramírez, obispo de la Diócesis de La Vega -Rep. Dom- entre los años de la férrea dictadura trujillista, quién hizo fuertes denuncias de las malas acciones políticas que llevaba el gobierno trujillista, con la finalidad de construir un país más justo, en donde todas las personas tengan, esencialmente, el derecho a la vida, el derecho a la asociación, el derecho a la libertad de tránsito y el derecho a elegir a sus gobernantes. Igual de admirable, fue también Mons. Thomas F. O’Reilly quien también se puso del lado del pueblo, denunciando las malas acciones de la política dominicana.
En Estados Unidos, el célebre héroe social, Martin Luther King, pastor evangélico, salió a las calles, en varias ocasiones, junto con otros hombres y mujeres de color para defender su dignidad de seres humanos, para defender su identidad y para que sean respetados sus derechos, para que no sean discriminados por su color de piel. También participó en protestas en contra de la Guerra de Vietnam y en manifestaciones en contra de la pobreza de las personas. Nunca usó la violencia física ni psicológica en sus actividades, lo cual le permitió recibir el Premio Nobel de La Paz en 1964.
En Asia, el Padre de la Patria de la India, Mahatma Gandhi, un ser humano de una extraordinaria espiritualidad, quién era un fiel seguidor de la religión hinduista. Gandhi, empezó a reflexionar sobre la realidad de su país, lo que le impulsó a sumarse a la lucha nacionalista y ha convertirse en un gran revolucionario que promovía la lucha pacífica, rechazando cualquier acto de violencia que pusiera en peligro la vida de algún ser humano. Fue nominado cinco veces al Premio Nobel de La Paz. Gandhi, se valió de sus conocimientos académicos de derecho para defender a la India de los abusos que hacía el Imperio Británico en territorio de la India. Gandhi, nunca dejó de ser un gran hinduista, al contrario, era un referente de fe firme en sus convicciones religiosas.
Estos personajes nos iluminan en la relación de fe y política y nos impulsan a trabajar desde la política con la fe; desde la fe en la política. Ellos nos impulsan a mirar con mayor coherencia la realidad. Ser político no debe ser contradictorio a ser hombre de fe. Es importante entender que ser político es diferente a ser devoto-fanático de un partido, es diferente a ser un hombre corrupto. Quienes son corruptos, enfermos partidistas, no son más que fanáticos, que ensimismados en sí mismos no pueden ver las necesidades de los demás. En otras palabras, el hombre de fe debe alejarse de la corrupción que practican los falsos políticos, quiénes se burlan de la gente, sobornando la ignorancia del pueblo con dádivas en tiempos de elecciones y fiestas de guardar.
Cuando la fe, está alejada de la política, se cumple la célebre frase que dijo el gran filósofo alemán Karl Marx: “la religión es el opio de los pueblos”; esta fe permanece vacía porque se queda en la meditación absurda del más allá, sin traer al más aquí una reflexión profunda que transforme y convierta este mundo en un lugar habitable y mucho mejor. El hombre de fe está obligado a remangarse la camisa y hacer cosas por los demás. “No basta rezar” -dijo el cantor- “hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”; hacen falta muchas cosas para conseguir un mundo mejor. Bien dijo Aristóteles, “el hombre es un ser político por naturaleza”, el hombre de fe, antes de todo es hombre, y por ser hombre debe tender a la política. Una fe, materializada con las obras buenas, es decir, con la búsqueda del bien común, es una fe que transforma, que dignifica y que invita a otros a vivir actuar intachablemente en el servicio público.
También cuando la política está lejos de la fe, se convierte en una férrea tiranía que explota al hombre por el hombre, que pone al consumismo por encima del ser humano. Un política sin fe, también usa al hombre como medio para conseguir los más bajos placeres de los hombres sin juicio y sin consciencia. La política sin fe es relativista, se aleja de lo objetivo y legisla en contra del ser humano, promoviendo leyes que laceran la dignidad humana como el aborto, la eutanasia y otras tantas leyes que desprotegen al medioambiente, a la naturaleza. La Política lejos de la fe también es indiferente ante el pueblo sufriente que muere cada día de pobreza. Un ejemplo de la lejanía de la fe y de la política es la realidad que miramos tanto en la República Dominicana y en América Latina.
Afirmo que la fe y la política, son dos realidades que están estrechamente unidas entre sí. Es verdad que la política persigue el bien común -dice Aristóteles- , pero ésta, solo puede tender a esa naturaleza -al bien común- cuando quienes la asumen son hombres convencidos moralmente, cuando no están limitados por ideológicas dogmáticas, sino que la fe les impulsa a evitar a aquellos hombres que degradan al ser humano. La política unida a la fe tiene una mayor solidez moral y puede, ante todo, proponer, aprobar y promulgar leyes que promuevan al ser humano.
Finalmente, queremos subrayar, que no pretendimos hacer una apología de la fe excluyendo a los no creyentes, sino llamar la atención sobre la importancia de que las personas de fe -con vida ejemplar- se involucren en las actividades políticas con criterios de seriedad. Es bueno que sepamos que es un gravísimo error alejar a la fe de la política porque ambas, desde sus esencias, persiguen el bien del ser humano. No debemos dejarle la política, a los corruptos, “hombres sin juicio y sin corazón que atentan contra la salud de la patria”. Hoy debemos tomar la decisión de involucrarnos desde la fe en la política para construir un mejor país.
Finalmente, queremos subrayar, que no pretendimos hacer una apología de la fe excluyendo a los no creyentes, sino llamar la atención sobre la importancia de que las personas de fe -con vida ejemplar- se involucren en las actividades políticas con criterios de seriedad. Es bueno que sepamos que es un gravísimo error alejar a la fe de la política porque ambas, desde sus esencias, persiguen el bien del ser humano. No debemos dejarle la política, a los corruptos, “hombres sin juicio y sin corazón que atentan contra la salud de la patria”. Hoy debemos tomar la decisión de involucrarnos desde la fe en la política para construir un mejor país.
Un fuerte abrazo, hasta la próxima.
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