-César Canela-
Antes de entrar a definir lo que es la personalidad es bueno saber que
“la palabra personalidad (personnalité
en francés, personality en inglés, Persönlichkeit en alemán) se parece
estrechamente al latín medieval personalitas.
En el latín clásico se usaba persona. Todos los autores concuerdan en
afirmar que el significado primitivo de esta palabra era máscara. Eta etimología es tal vez del agrado de los que prefieren
definir la personalidad por el efecto exterior. Pero persona, incluso en tiempos
antiguos, pasó a significar otras cosas, entre ellas el actor que la máscara
ocultaba, es decir, el verdadero conjunto de sus cualidades internas y
personales”[1].
La personalidad es una característica únicamente del hombre, el cual, es capaz
de conocerse a sí mismo y de conocer lo que está a su alrededor. Esta
conciencia de conocerse le permite valorarse, evaluarse, triunfar o fracasar,
dependiendo como actúe su valoración dada por la consciencia.
La personalidad es una cosa que está en la persona desde sus inicios en
la vida en sus etapas más tiernas. “Podemos afirmar sin temor a equivocarnos
que la personalidad empieza con el nacimiento, también podemos afirmar que el
recién nacido posee una personalidad potencial, porque es casi obligado que se
desarrollen ciertas capacidades y características.”[2] Es
decir, el ser humano desde el principio de sus días tiene dentro de sí ciertas
características; ese ser humano está esperando que llegue el momento oportuno
para irlas desarrollando a lo largo de la vida, según las circunstancias y
todos los elementos que le vayan acompañando. El hombre no tiene una personalidad determinada en su nacimiento, sino que la
va adquiriendo a lo largo de la vida.
La personalidad es una realidad en la vida de todo ser humano que le
permite pensar, actuar, sentir, obrar de una determinada, interpretar la
realidad la realidad desde su realidad distinguiéndose de los demás. Cada ser
humano tiene una personalidad única, es irrepetible porque cada uno tiene una
realidad genética y ambiental que le hace ser quien es, único.
"Personalidad es la organización
dinámica, en el interior del
individuo, de los sistemas psicofísicos que determinan su conducta y su
pensamiento característicos."[3] Es decir
la personalidad del ser humano va cambiando, según las etapas de la vida,
siguiendo un ritmo organizado entre la mente y lo físico, porque el ser humano
no es sólo mente, pero tampoco sólo
cuerpo sino una unidad entre estas dos realidades. Cuando se refiere a
organización dinámica se refiere a que no es estática, sino que va en constante
desarrollo, movimiento, avance. Hay
cuatro elementos -según Allport- que son constitutivos en la personalidad:
a.
La constitución física
b.
El temperamento
c.
La inteligencia
d.
El carácter moral
Según lo que se ha planteado en el curso, la personalidad tiene rasgos que
vienen de la herencia y otros que vienen del ambiente. La ecuación de la
personalidad es “Personalidad (o cualquiera de sus sistemas, como hábitos,
rasgos, sentimientos) = f (herencia) x (ambiente). Estos dos factores causales
no se adicionan, sino que se relacionan como multiplicador y multiplicando. Si
alguno de ellos tuviese valor 0, no habría personalidad.”[4] Es
decir, pensar que la personalidad está únicamente fundamenta en uno de estos
factores es una idea sin base porque la realidad del ser humano gira en torno a
las dos en unidad indisoluble; si una de las dos no está la otra no es posible
porque se van complementando mutuamente. Las características que se reciben de
la herencia son aquellas que están sujetas a los factores genéticos,
potencialidades físicas, buena capacidad auditiva, salud y disposición física;
y las características que se reciben del ambiente son aquellas que son
aprendidos como la cultura, el idioma, las tradiciones, los hábitos, las
conductas, las acumulaciones de presente, las experiencias, las influencias
amistosas, la educación de los padres, y la afectividad en general. En estos
dos elementos centrales crece la personalidad, pasando por todas las etapas de
la vida como la niñez, la juventud y la adultez.
Las etapas de la vida empiezan en
el vientre materno donde el niño vive
protegido en el vientre de su madre; el niño se siente bien en su ambiente
porque recibe todo lo que necesita en la comodidad de su mundo. Más adelante
con el nacimiento se produce el inicio de la vida en el mundo, al nacer, el
niño llora porque se siente desprotegido del vientre materno desenado volver a la protección
anterior. A medida que va pasando el
tiempo el niño debe darse cuenta que debe adaptarse a la existencia por sus
propios medios (fuera del vientre), debe aprender a caminar, a comer y valerse
por sí mismo, debe darse cuenta que la relación con los demás es muy importante
y significa mucho en el desarrollo de la persona. Al final de esta etapa surge
la crisis de maduración debido a las experiencias recibidas en el medio,
empieza a perder intensidad la protección ofrecida en el hogar familiar. La
crisis decisiva se plante por la necesidad de la autoafirmación individual y el instinto sexual que necesita el niño
en desarrollo[5].
Luego de superada la crisis anterior aparece el joven. La crisis anterior le ha
permitido encontrarse con su propio yo, y este encuentro le ha provocado la
necesidad de ir a conquistar ese yo. Considera que puede enfrentar el mundo,
comienza a tomar importancia su sueño, lo que quiere hacer en el mundo. En el
joven se que ha cobrado conciencia de sus capacidades y destrezas. En el joven
surge el deseo de aprender sobre sí mismo y sobre la realidad que le rodea. La
etapa del joven está determinada por la fuerza ascendente de la personalidad y
la falta de experiencia de la realidad. El hombre es muy idealista, soñador. En esta edad también aparecen los talentos: la
inteligencia, capacidad de imaginación e inventiva… En las postrimerías de esta
etapa aparece la crisis de experiencia, donde se empieza a tomar consciencia de
la realidad, se van dejando atrás todos esos ideales que pueden guardar muchas
cosas positivas, pero que ya no es el momento de vivir con esos sueños. Este
paso a la consciencia de la realidad se da porque el joven se da cuenta de que
el idealismo lleva muchas veces a errores. También cuando se da cuenta de que
no puede vivir con normas demasiado simples, necesidad de organización.
La
etapa siguiente es la mayoría de edad. En
esta etapa se observa como la persona tiene mayor constancia, mayor apego a la
realidad tenieno una firmeza muy notable en la personalidad. Los valores empiezan
a tomar mayor partido, como la fidelidad, las obligaciones asumidas, la
responsabilidad frente a la palabra dada.
Al
concluir esta etapa anterior se da paso a la crisis de la experiencia de los límites. Esta se caracteriza porque
el ser humano experimenta los límites de su propia fuerza dándose cuenta de que
hay muchas cosas en su vida como el trabajo, la lucha, la responsabilidad. El
trabajo se va acumulando, las exigencias de la vida son cada vez mayor y hay
que responder según esas exigencias. Las
ilusiones terminan, y no únicamente las que son de la esencia de la juventud,
sino también las todas aquellas que
procedían del hecho de que la vida aún conservaba el carácter de la
novedad, de lo que todavía no se había probado en su integridad. Tiene mayor
experiencia de la vida, va conociendo a los demás.
La
adultez es una etapa en donde el ser humano se va dando cuenta de que ha
aprendido muchas cosas a través de la experiencia, que ha crecido en todos los
aspectos de la vida. Al conocer toda la realidad que le circunda es capaz de
emitir juicos más sensatos que antes, puede dar un consejo a un joven con mayor
propiedad porque ha vivido lo suficiente para hacerlo. El problema que surge en
esta etapa es la falta de aceptación de la realidad del fin, la muerte. Nadie
quiere ver en fin.
A pesar de todo el recorrido que
el ser humano dé su personalidad no se muestra acabada de una vez por todas,
sino que se va construyendo a lo largo de su vida. No se piensa igual cuando se
tenían 5 años que después que se tienen 40. Estas etapas muestran que el hombre
no es un ser acabado, sino que se va haciendo con el transcurso del tiempo, lo
que indica que la personalidad se va construyendo de forma dinámica no es algo
estático, sino que va en constante movimiento junto a la persona. “El hombre
nuca es ya algo acabado; está siempre en proceso de realización de eso mismo
que dice que es[6]”.
En todo este proceso de formación de la personalidad juega un papel importante
la acumulación, la cual, se podría
llamar como el tiempo Kayros, el
tiempo vivido plenamente que totalmente distinto a tiempo Kronos el tiempo medido por las manecillas del reloj, es decir, consiste en recolección de presentes,
donde cada presente va tomando un significado en la vida de cada persona
proyectándolo, motivándole a continuar o dejar determinada conducta. Ningún
presente desaparece totalmente sino que queda latente en la vida del hombre[7].
Dentro de la acumulación esta la experiencia humana, donde la valoración de la
persona juega un papel importante, porque ahí es donde se determina el
significado de esa experiencia de la vida de quien la vive; dependiendo de esta
valoración el avance o el retroceso en el desarrollo interno de la
personalidad.
Fruto del periodo de la valoración que se da a la experiencia de la
acumulación se llega a tener una autoimagen
de sí mismo. La autoimagen es el conjunto de sentimientos, pensamientos,
esperanzas, temores (…) que el hombre tiene acerca de sí mismo; todas estas
características se van formando a través de la experiencias vividas a lo largo de la vida especialmente con las
personas influyentes en la vida, de donde se reciben las condecoraciones y los
castigos.
La autoimagen empieza a formarse en el hogar en los primeros años de la
vida, influyendo en su formación cualquier gesto, palabra o acción que tenga
que ver directamente con la persona que va en formación de su auto imagen. La
autoimagen es muy importante en la vida de todo ser humano porque esta es la base
sobre la cual se construye directamente y sin planearlo la personalidad. Quien
no tiene una buena imagen de sí mismo, que se cree un fracasado, que se siente
inferior a los demás, difícilmente pueda desarrollar una personalidad sana, lo
más probables que desarrolle ciertas incapacidades e incompetencias frente a
vida, es decir, quien se ha formado la imagen -por una experiencia u otra- que
es antipático no se va a socializar con los demás, ni se va a adaptar a los
ambientes que exigen como primer elemento de integración la socialización, sino
que siempre se va a sentir aislado, apartado, creando por sí mismo ese ambiente
de aislamiento, confirmando a través de la manipulación de los demás esa
autoimagen negativa. Todo lo contrario sucedería con una persona que tiene una
autoimagen positiva, que reconoce sus errores pero se siente capaz, se siente
triunfador, se acepta a sí mismo, no se avergüenza de su yo personal
sintiéndose libre para expresarse y lucha para alcanzar sus metas viviendo la
realidad en su sentido más pleno[8].
La postura vital también ejerce una gran fuerza en la personalidad. La
postura vital es el resultado de la valoración que se le da a la experiencia
adquirida y acumulada en la vida. Esta realidad de la postura vital influye
fuertemente en el hombre, de tal manera que hace que toda su vida gire en torno
a la postura tomada. Las posturas vitales[9]
son cuatro:
a.
Yo bien, Tu bien.
b.
Yo mal, Tu bien.
c.
Yo bien, Tu mal.
d.
Yo mal, Tu mal.
Toda persona desarrolla un temperamento específico que le permite
enfrentar la realidad desde una perspectiva y una forma distinta. Los
temperamentos son: Flemático, Sanguíneo,
Colérico, Melancólico. Las personas que tienen el temperamento flemático son
estables, introvertidas, agradables, tranquilas, superficiales, aproximados,
Inactivos y estrechas; las que tienen el sanguíneo son estables, extrovertidos,
agradables, excitables, débiles, rápidos, estrechos, profundos y aproximados;
las que tienen el colérico son inestables, extrovertidos, fuertes, rápidos,
desagradables, excitables, apartados, activos, profundos y amplios; y
finalmente quienes tienen el melancólico son inestables, introvertidos,
desagradables, tranquilos, inactivos, apartados, excitables, amplios, fuertes y
lentos[10]. Hay
que entender que no significa que aunque existe una tendencia a comportarse de
una manera determinada -según el
temperamento dominante-, eso no significa que en todos los momentos de la vida
va a responder de esa manera, porque los estados de ánimo y las motivaciones
influyen mucho también en el actuar de la persona.
No es lo mismo un joven introvertido en el ambiente de una fiesta, a el
ambiente de pasividad; el ambiente influye mucho, en la fiesta se pone más
extrovertido porque hay motivaciones que le hacen actuar de esa manera; a
diferencia en un ambiente pasivo, en ese momento va a ser más fuerte su
característica de introvertido. Estos patrones de conductas conformes al
ambiente -si no son extremos-, indican que hay una personalidad flexible, capaz
de adaptarse a la realidad que le circunda de una forma fácil, sin rigidez.
Las características fundamentales de una personalidad sana son: la
flexibilidad, auto amor, el buen manejo de los sentimientos (sublimar no reprimir).
Dentro de la personalidad se distinguen
tres niveles:
a.
Conductas externas (patrones de adaptación frente
al medio).
b.
Sentimientos (los cuales no deben gobernar a la
persona, sino aportar la parte que le corresponde para el equilibrio de la
personalidad).
c.
Autoimagen (lo que se piensa… sobre sí mismo). [11]
Dentro del desarrollo de la personalidad las motivaciones son un factor
importante porque todo lo que el ser humano hace o deja de hacer es porque ha
recibido una motivación previa para esa conducta. La motivación es todo aquello
que mueve al hombre a hacer algo por una necesidad interna. “La personalidad,
como todas las fuerzas vivas, se modifica al crecer. Y como las motivaciones
son los motores de la personalidad, hemos de suponer que también se desarrollan
y cambian. No es tarea fácil explicar cómo se produce la gran transformación
que tiene lugar durante el desarrollo que va desde la primera infancia a la
edad adulta. (…) No todas las motivaciones cambian en el mismo grado.”[12]
Las motivaciones son el conjunto de necesidades físicas o
psicológicas, de valores y modelos sociales incorporados, no siempre
conscientes, que orientan la conducta de la persona hacia el logro de una meta,
es decir, no son estáticas porque ayudar al hombre a desarrollarse y son
distintas según las circunstancias. Las motivaciones que se tenían cuando niño no son
las mismas motivaciones que se tienen cuando ya adulto. Cada etapa de la vida
tiene sus propias motivaciones. Cuando uno era niño una paleta le motivaba a
uno a hacer tal o cual cosa; cuando joven a lo mejor el deseo de enfrentarse a
la vida, de lograr algo…
Las motivaciones son siempre
presentes, nunca pasado ni futuro, están en el aquí y ahora dentro del
individuo que las vive. Las motivaciones tienen cuatro características
fundamentales[13]:
1.
Debe reconocer
la contemporaneidad de las motivaciones: Los acontecimientos pretéritos
del ser humano juegan un papel fundamental en las motivaciones.
2.
Ha de ser una
teoría pluralista, en la se incluyan las motivaciones de diversos tipos: hay
motivaciones de varios tipos que coexisten unas y otras permitiendo la armonía
de la persona, sin dañarla ni provocar problemas en ella.
3.
Debe adscribir la fuerza dinámica a los procesos
cognoscitivos, es decir, al planteamiento y la atención: las motivaciones
concuerdan fácilmente con los deseos y planes del hombre, los cuales están
formador por una intención.
4.
De ser compatible con la concreta unicidad de las
motivaciones: existen motivaciones abstractas y motivaciones concretas. Hay que
diferenciarlas en su justa medida la una de la otra. Las motivaciones
abstractas generalmente están acompañadas de acciones que no tienen que ver con
la personalidad ni con la intención real de la persona; la motivación concreta
es todo lo contrario porque hace al hombre actuar con la intención que tiene de
una forma transparente dejando ver realmente su personalidad.
Conclusión
Muchos pueden caer en la tentación de decir que la personalidad es algo
que viene predeterminado con la persona desde su nacimiento, sin implicar ningún
cambio, sino que es así y su vida va desarrollándose según esa personalidad
inmutable que tiene el niño dentro de sí.
Sostener esa idea -que la personalidad es estática- es cometer un error
colosal porque el ser humano está en constante en constante avance, en
constante cambio y desarrollo. Este desarrollo no sólo implica los factores
físicos sino también los factores psíquicos, teniendo en cuenta que la edad
física guarda relación directa con edad psíquica. No se concibe una persona
adulta con una personalidad de niño; ni viceversa tampoco, lo que vale es que
todo vaya a su justo ritmo.
Hay algo sí que hay que afirmar y es que en el nacimiento se reciben
unas potencialidades que el ser humano según la influencia del ambiente las va
a ir desarrollando poco a poco. El individuo a pesar de que nace con ciertas
potencialidades, no tiene ninguna personalidad definida. La personalidad se va
construyendo de forma dinámica implicando todo el ser de la persona. En el
desarrollo de la personalidad juega un papel importante la acumulación de
experiencias vividas porque dependiendo la valoración que se les dé se va a
tener una o mala autoimagen de sí mismo; y en la autoimagen es donde se
construye la personalidad.
Finalmente, las motivaciones son parte importante del ser humano porque
son las que lo impulsan a realizar tal o cual cosa; estas motivaciones no son
exactamente las mismas durante toda la vida, ni tampoco existen de un solo
tipo, sino que son varias como: vitales, psíquicas. La personalidad cambia de forma dinámica
porque está compuesta de acumulación, motivación; y es influenciada directamente
por las potencialidades recibidas al nacer, por la autoimagen, por la realidad
del entorno según la realidad física que se esté viviendo. Todos estos
componentes de la personalidad, son dinámicos, van evolucionando en el
transcurso de toda la vida. No se termina de afianzar una personalidad hasta
que no se muere, porque mientras se vive se está en constante caminar hacia el
perfeccionamiento de la vida, y por lo tanto, de la misma personalidad.
Bibliografía
Fuentes base y primarias:
1.
Mateo
Andrés. Puedo ser otro… y feliz. Ediciones
MSC Amigo del Hogar.
Decimocuarta edición. República Dominicana (2003).
2.
Romano Guardini. Las etapas de la vida. Libro en pdf.
3.
William
Gordon Allport. La personalidad. Editorial
Herber. Barcelona, España (1966).
Fuentes secundarias:
1.
Mateo
Andrés, s.j., Hacia la realización del
hombre, Ediciones MSC Amigo del hogar, República Dominicana (1999)
[1]
William Gordon Allport. La personalidad. Editorial
Herber. Barcelona, España (1966). Pág. 45
[2] Ibíd. Pág. 81
[3] Ibíd.
Pág. 47
[4] Ibíd. Pág. 94
[5] Cf.
Romano Guardini. Las etapas de la vida. Libro
en pdf. Págs. 11-54.
Todo lo que guarda relación con las etapas de la vida con sus crisis propias fueron confrontadas con este libro.
Todo lo que guarda relación con las etapas de la vida con sus crisis propias fueron confrontadas con este libro.
[6] Mateo
Andrés. Puedo ser otro… y feliz. Ediciones
Amigo del Hogar. Decimocuarta edición. República Dominicana (2003). Capitulo 1.
Pág. 17
[7] Cf. Ibid. Capítulo 2. Págs. 25-26
[8] Cf. ibíd. Capítulo 3. Págs. 31-42
[9] Cf. Ibíd.
Capítulo 10. Págs. 85-91
[10] Cf. William Gordon
Allport. La personalidad. Editorial
Herber. Barcelona, España (1966). Pág. 59
[11] Cf. Mateo
Andrés. Puedo ser otro… y feliz. Ediciones
Amigo del Hogar. Decimocuarta edición. República Dominicana (2003). Capítulo 5.
[12] William
Gordon Allport. La personalidad. Editorial
Herber. Barcelona, España (1966). Pág. 264
[13] Cf.
Ibíd. Págs. 264-272
2 comentarios:
CESAR COMO ESTA SOLO QUIERO DESIRTE QUE CUANDO DESEE FORMAR UN GRUPO DE JOVENES CON TALENTO TOMAME EN CUENTA QUE PUEDO SER UN GRAN ESCRITOR.AMBIORIS
Por supuesto que te tendre pendiente ambiorix... Gracias por leer este artitulo! :D
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