martes, 8 de febrero de 2011

La revolución como estilo de vida: el ser revolucionario

-César Canela-


La revolución es una palabra muy mal entendida en la actualidad, muchos la tildan de un sin número de negatividades y desordenes; otros la ven como una teoría y dicen asumirla quedándose únicamente en el predicado lógico de “yo soy revolucionario”. A veces se tilda al revolucionario como un anarquista y desordenado, cosa que no comparto, aunque haya revolucionarios, porque no tienen claro el ideal y padecen de cierta ignorancia intelectual, llegan a caer en este tipo de extremidades. Según la Real Academia de la Lengua Española, revolución es: “Cambio rápido y profundo en cualquier cosa”; “cambio total y radical de forma completa”. Estas dos definiciones encarnan realmente lo que quiero expresar a continuación.

Cuando este humilde escritor se refiere a revolución lo hace en el sentido de que ésta comporta obligatoriamente un cambio positivo que parte de ideales claros y asumidos de una forma radical sin caer en dogmatismos, aunque eso es lo que podría parecer en primera instancia. El revolucionario siempre está abierto al cambio, incluso de sus propias ideas, si el cambio necesariamente implica una mejoría y  un crecimiento integral de su persona humana como de los que le rodean. El revolucionario no es tan abierto que llegue a convertirse en un relativista, que tiene como verdad y punto de partida una cosa como la otra.

Cuando se asume la revolución, se es revolucionario en todos los estados de la vida, no puede decir que se es revolucionario en un momento y en otro no. El revolucionario es un hombre de mentalidad crítica capaz de pensar por sí mismo y convencido de una serie de ideales busca siempre el bien alejándose del hedonismo, del narcicismo y de cualquier cuestión que implique individualismo.

La revolución empieza por el revolucionario, formándose de forma intelectual, humana, psicológica, afectiva, en definitiva armonizando todo su ser, tragándose de una forma completa; porque quien primero no se ha revolucionado a sí mismo no es capaz de proponer una revolución fundamentada y duradera, sino al contrario, la propuestas de sueños irrealizables que ni el mismo precursor entiende. El revolucionario se hace consciente de la realidad y busca la materialización de la propuesta sin olvidar que "vox populi, vox Dei (la voz del pueblo es la voz de Dios)".

Me apena, que en la actualidad confunden ser revolucionario con salir a la calle y convertirse en un revoltoso, aunque si es necesario hacerlo para el cambio se hace; pero eso no es lo que identifica al revolucionario esencialmente. El que sale a la calle a hacer desórdenes podría llamarse de otra manera pero no necesariamente de revolucionario. Pero nuevamente aclaro, si el revolucionario en su sano juicio entiende que no otra alternativa que salir a la calle para que sea atendido su grito de cambio, entonces lo hace, es decir, el revolucionario es no el hombre impulsivo por naturaleza pero tampoco el calculador extremo, sino una unidad sustancial en la que estas dos realidades están conciliadas y se ayudan la una y la otra para tomar las decisiones de una forma correcta.

En definitiva, ser revolucionario es ser un hombre libre, de pensamiento firme pero no dogmático, de pensamiento abierto pero no relativista; es conocerse a sí mismo en los aspectos que compone su ser, es escuchar a los demás y valorar la iniciativa de los demás, es respetar la dignidad humana. El revolucionario es un persona íntegra que busca el bien de todos. 

Un fuerte abrazo, hasta la próxima.

No hay comentarios: