martes, 2 de abril de 2019

La dimensión humana: el hombre y la mujer

-César Canela, Mg-


La vida de uno tiene valor siempre 
que uno atribuya valor
a la vida de los demás, 
mediante el amor, la amistad, 
la indignación y la compasión.

-Simone de Beauvoir


Alguien me preguntó hace unos días sobre el signficado que le doy a la identidad de mujer y a la identidad de hombre, me atreví a afirmar lo siguiente.

Como joven, pienso que el hombre y la mujer somos partícipes de una misma naturaleza y dignidad que nos hace complementarnos. Evidentemente, hay elementos físicos que establecen diferencias biológicas, pero que estas diferencias no deben ser tomadas, en ningún caso, como una relación de superioridad o inferioridad entre el hombre y la mujer, al contrario, estas divergencias crean una armonía en la que ambos desarrollan un papel en la existencia humana.

Para mí, la sexualidad de hombre o de la mujer, lo masculino o lo femenino, no son más que expresiones de un ser supremo, ese ser supremo es: La Humanidad.

Hombre y mujer somos humanos, somos historia, somos cultura, somos creatividad, tenemos una igual dignidad, la cual debemos defender y ejercitar de manera libre. 
La mujer es bella, con características que la hacen distinguirse. La mujer no debe ser reducida a la condición sexual de maternidad, aunque la maternidad sea parte, en algún momento de su vida, de su papel dentro de la historia de la humanidad. Además es erróneo pensar en la mujer fue diseñada para estar atrapada en las paredes de una cocina. La mujer, como dijo Simón de Beauvoir, no sólo nace sino que también se hace. 
Así como la mujer, los hombres gozamos de belleza, lo cual también nos hace seres importantes en la naturaleza. Es es equivocado pensar que el hombre debe tener la carga de todo porque esa idea, aunque pareciera justa, es una aniquilación de la importancia de la mujer en la sociedad. También es una aniquilación del hombre porque lo pone en una categoría supuestamente “superior”. Los hombres y mujeres debemos cooperar para conseguir los beneficios esperados.

La sociedad, muchas veces, reduce a la mujer a la belleza y reduce al hombre a la fuerza; esas reducciones sexualistas, discriminatorias son la raíz de muchos males del mundo actual. El mundo de hoy debe ir al ser, evitar conceptos estériles del hombre o la mujer. La tarea  de hoy debe ser una defensa de lo humano sin detenernos  en la sexualidad, ir más allá, para salvar la dignidad del género humano. Un abrazo, hasta la próxima

miércoles, 20 de marzo de 2019

Acerquemos la filosofía

-César Canela, Mg-

 "Los límites de mi lenguaje
significan los límites
de mi mundo".
- Ludwig Wittgenstein 

La sociedad de hoy le ha dado muy mala propaganda a la filosofía y a los filósofos; a veces, con razones y otras veces por simples prejuicios. Muchas personas afirman que la filosofía es muy complicada y difícil de entender. Esta propaganda es motivada por muchos filósofos que se dedican a hacer reflexiones, muy buenas y profundas, con un lenguaje críptico e inaccesible que la gente común no entiende con facilidad. Esta forma de escribir tan rebuscada es cuestionable porque la filosofía es un saber natural, propio de la persona. Por lo tanto, como su importancia es suprema, debe ser de fácil asimilación, porque esta es una actividad que involucra la vida propia, la de los demás y la de la sociedad.

Hace poco, alguien cuestionó a un filósofo por qué escribe filosofía con lenguaje sencillo; ante estos cuestionamientos, éste se quedó pensativo, meditativo y a los pocos segundos le respondió: ¿De qué le vale a un hombre filosofar, presentar sus pensamientos si no los pone al alcance de la gente? ¿De qué sirve presentar una idea si no puede ser asimilada o refutada por falta de entendimiento? Cuando la filosofía se escribe con terminología muy extraña, con lenguaje estéticamente demasiado acabado, cumple solamente el papel de monólogo porque consiste en una una exposición de términos y conceptos que muy pocos entienden.

Pienso que nosotros, los filósofos, debemos profundizar cada día más en el conocimiento tanto de las ciencias como del lenguaje, para evitar que nuestros escritos estén destinados a un público que no existe, para evitar que  nuestras ideas queden atrapadas en el elitismo intelectual, porque, de ser así, nuestros planteamientos corren el riesgo de no trascender, como campana que resuena en el desierto. El escribir de manera rebuscada es como hablar sólo, es hacer del filosofar una actividad exclusivista, en cierto modo discriminatoria, cosa contraria a la finalidad de la filosofía. No es bueno que los filósofo utilicemos lenguaje complicado, porque esa verborrea retórica decorativa es propia de los sofistas, de los pseudofilósofos, que lejos de perseguir la verdad o sugerir ideas nuevas, lo único que buscan es impresionar con la terminología de su discurso.

El pensador que decide escribir de manera sencilla  demuestra su madurez intelectual, su capacidad de explicar con lenguaje de fácil asimilación las verdades más intrincadas de las ciencias. El filósofo debe saber que el pensamiento filosófico no es sólo para los doctos, sino que todos tienen la capacidad de reflexionar. Éste debe promover la filosofía de manera llana sin perder rigurocidad científica. Este lenguaje accesible permite que la persona desarrolle de manera más fácil la coherencia lógica en los momentos comunes de la vida, además motiva a que reflexionen por doquier. Este filosofar común ayuda a que las personas se hagan las preguntas fundamentales de la existencia humana, sin mucho esfuerzo pero con profundidad.

Esta postura reflexiva, además de ser didática es humanista ya que hace una consideración y una valoración del otro, porque se produce filosofía con la finalidad de que el otro pueda tener una parcipación activa, sin que se sienta excluido, sino que vea la filosofía como algo propio de su contexto, que la sienta conectada con su vida y su realidad. Hacer filosofía  para transformar consiste en eso, en hacer partícipes a todos de las ideas más inescrutables del intelecto humano con un lenguaje comprensible. La expresión clara de las ideas permite que la persona pueda asumir o refutar con libertad  aquellas cosas que no le parezcen coherentes o razonables en los planteamientos realizados. Lógicamente, este quehacer filosófico no va a desarrollar de manera automática un nuevo intelecto pero si servirá de base para motivar a las personas comunes a profundizar, a hacerse preguntas, sin que vean el filosofar como una actividad exclusiva de los "sabios". 

En definitiva, no se olvide jamás que la filosofía es el primer eslabón de la ciencia porque la motiva y es el último porque la explica a través del razonamiento lógico, por esta razón, debemos vencer la tentación clásica de que la filosofía debe escribirse con lenguaje rebuscado y debemos hacerla accesible a todos, para que pueda impactar de manera integral al ser humano, haciéndolo más reflexivo para construir el mundo que deseamos desde la racionalidad. Un abrazo. Hasta la próxima. 

viernes, 30 de noviembre de 2018

Lo que puedo decir antes de los 30: reflexiones de un filósofo

- César Canela, Mg. -

“Los sentimientos que fuimos madurando 
en nuestro interior, las pasiones cuyo fuego 
conservamos, las acciones deliberadas, 
decididas y ejecutadas por nosotros, 
todo lo que procede de nosotros 
y es verdaderamente nuestro, comunica 
a la vida su desarrollo dramático 
y generalmente serio”
Henri Bergson (La Risa, 1899)


Como he dicho en otras ocasiones, fui sacado del vientre de mi madre -literalmente- el último día del mes de noviembre del año 1989. Me siento muy bien de haber nacido ese año porque soy de la generación que ha vivido en cuatro décadas antes de cumplir 30 años -viví el final de los 80, la década de los 90, la década del 2000 y estoy viviendo la década del 2010-. He desarrollado una concepción amplia de la vida. No es que haya vivido muchos años, pero entiendo que he vivido lo suficiente para asumir algunas convicciones filosóficas, sociales, políticas. He aprendido que vivir no es una tarea tan fácil como la pintan, vivir implica más que respirar, vivir es un esfuerzo humano, únicamente humano, es lo que nos diferencia de los demás seres de la naturaleza, los demás seres sólo existen, no viven. Me atreveré a plantear doce ideas, no diez, que me han ayudado a vivir estos 29 años:


1. “Avergüénzate de morir hasta que no hayas conseguido una victoria para la humanidad” (Jürgen Habermas). Esta frase se quedó en mi memoria porque me hizo detenerme en la importancia de vivir y, sobre todo, me hizo detenerme en los aportes que dejaré a mi país durante la temporalidad de mis años. Muchos piensan que una victoria para el mundo es, únicamente, realizar grandes estudios, tener una vida política o social muy influyente, convertirse en alguien “importante” por sus acciones positivas. Sin embargo, en estos 29 años considero que una victoria para el mundo es manejarse con humildad, salvando siempre la dignidad de las personas, evitando etiquetarlas, valorarlas y atender a todos con cortesía; también es una victoria para el mundo saludar con atención y respeto,  brindar un gesto amoroso a un amigo, a un vecino, a un niño, a un desconocido… Estos detalles son tan poderosos que pueden crear, en los lugares donde frecuentamos, un ambiente más favorable en pro de la visión humanista que tanto se ha perdido.

2. Es muy importante estudiar y ganarse el respeto de los demás. A pesar de todo eso, hay que saber que los títulos son sólo adornos de la persona que no se les pueden dar demasiada importancia porque alimentan el ego. Toda cosa que alimente el ego es dañina para el ser humano porque hace que éste se ensimisme, lleva a que este aliene, que se crea centro del universo y que no pueda cooperar en la tarea social de lucha por el bien común. Para fortalecer este elemento podemos tomar el ejemplo de Sócrates, a quien los atenienses consideraban el más sabio de Grecia y él en su humildad respondió sabiamente con la frase más conocida y emblemática de la filosofía: “yo sólo sé que no sé nada”. Esta declaración de sincera humildad le valió el derecho de ser recordado a pesar de los años.

3. El arte, el deporte, el silencio, la meditación y la buena lectura, son el camino para conseguir una vida feliz. Estos hacen que el ser humano se encuentre consigo mismo. Partiendo de mi experiencia, los momentos que más he gozado de felicidad han sido aquellos cuando he hecho música, cuando he pintado, cuando he hecho deporte, cuando me he detenido a pensar sobre mi vida y cuando he encontrado buenas lecturas. El ruido, la ignorancia, la falta de deporte y la ausencia  de arte son raíz de muchos males en el mundo.

4. Dormir demasiado es ensayar a morir. Las personas deben procurar dormir solo lo suficiente porque el dormir en exceso hace que el espíritu se haga débil y perezoso; además, cuando uno está durmiendo uno pierde la conciencia del mundo y entra en un proceso muy parecido a la muerte porque no estamos teniendo una participación activa de los acotamientos que van ocurriendo. Se debe hacer el esfuerzo de dormir lo necesario para vivir y aprovechar el breve tiempo de nuestra vida en algo edificante.

5. No olvidemos que la vida es corta. En estos años que he vivido me he dado cuenta que los años pasan muy de prisa, que los planes que tenemos son tantos que no alcanzará la vida para lograrlos, por eso es importante aprovechar el tiempo al máximo porque cada minuto cuenta. Aunque tengo mis metas, sueños y planes futuros trato de vivir un día a la vez, porque cuando se deja a la mente volar demasiado en los planes y los sueños, se pierde la capacidad de vivir en el presente y de trabajar arduamente para convertir en realidad los planes futuros y la persona se queda en la ilusión de soñar. El minuto que pasa es irrecuperable, esta idea me ha ayudado a vivir con mayor intensidad cada instante.

6. Hay que dedicar tiempo a las personas que amamos: padres, amigos pero especialmente a nuestros abuelos. Todas las ocupaciones son importantes, pero éstas pueden esperar de vez en cuando, lo que nunca esperará siempre por nosotros es la vida de quienes amamos. Si no aprendemos a valorarlos mientras están con nosotros, nos lamentaremos amargamente en su ausencia. De manera especial quiero detenerme en los abuelos que, además de que son una fuente inagotable de amor, son también la historia viviente de aquellos años de la familia donde nosotros no estábamos. Ellos -los abuelos- nos pueden brindar información importante sobre nuestra familia, ellos son el nexo entre el pasado desconocido y el presente que vivimos. Dialogando mucho con mis abuelos he aprendido sobre mis orígenes -de mis apellidos-, sobre los errores y hazañas de mis ancestros recientes; lo que me impulsa a crear un espíritu firme para repetir lo positivo y evitar que se repitan los mismos males del pasado en mi familia.

7. Muéstrate positivo, nunca dejes de sonreír. Hay un misterio inmenso en las personas que se muestran optimistas en la vida; generalmente todo les sale bien y si algo les sale mal, su actitud les impulsa a dar lo mejor de sí y cambiar esa situación de “fracaso” en una oportunidad para crecer y ser mejor. Mostrarse positivo, no significa que huyamos enfermizamente del dolor o la tristeza; hay ciertos dolores, hay ciertas tristezas que debemos aceptar para salud y la purificación interior. Ser positivo es ver, incluso dentro de los momentos de tristeza, una brecha para salir adelante y superar esos momentos dolorosos. Por eso, en las dificultades de la vida he asumido el compromiso de enfrentar con optimismo cada situación, de sonreír y de dar la mejor cara a los demás. En mi joven existencia me he dado cuenta que no hay mejor medicina para la vida que los pensamientos positivos y edificantes.

8. No guardes rencor. El rencor es una actitud que destruye el alma propia y nos aleja del ideal supremo de la persona: la felicidad. Siempre es bueno aprender a responder con amabilidad y decencia a aquellos que nos tratan con desprecio. No es una tarea fácil porque todos sentimos la tentación de caer en el juego del odio. He sufrido el desprecio y la discriminación de algunos que, por razones irracionales han mostrado hostilidad a mi persona. A pesar de todo eso, he aprendido a no juzgar aquellas personas  que actúan de ese modo, al contrario, he aprendido a mostrarme respetuoso y cortés. Debo decir que, como humano que soy, siento molestia, indignación, dolor, ira e incomodidad ante el desprecio, sin embargo, hago el esfuerzo de combatir esos sentimientos para evitar que estos me hagan demasiados fríos, porque no quiero que el rencor se convierta en parte de mi vida ya que éste envenena el alma y no deja vivir en libertad.

9. Entiende que el amor es eterno pero no estático. Todos nos afanamos en mantener el amor, ya sea el amor de una pareja o de un amigo de manera estática; pero hay que decir que es imposible, llega un momento en que amor evoluciona y pueden surgir muchas cosas. Es imposible no sufrir de amor. Es algo natural y enriquecedor -sufrir de amor- porque nos ayuda a reflexionar para construir una personalidad más saludable y estable. El amor no se acaba, el amor es eterno, lo que cambia es su forma de expresión.

10. Cada vida cuenta. Todos los seres vivos del planeta tienen una función y su vida debe ser respetada. En la única situación, desde mi punto de vista, que se justifica que se sacrifique un animal, que se corte un árbol o una planta es para supervivencia humana: evitar enfermedades o consumir los alimentos que estos nos proporcionan. Considero un crimen para la humanidad toda acción que involucre la tala de árboles o el asesinato de animales de manera inconsciente y maliciosa.

11. Deja que todo fluya. He aprendido en estos breves años de vida que nada debe ser forzado, las cosas deben dejarse fluir, las cosas deben tomar su curso de manera natural. Cuando nos afanamos en hacer que algo suceda no se da de la forma correcta, crece viciado y enfermo. Lo más bello de la vida es dejar que las cosas tomen su curso, nuestra intervención debe ser mínima, sólo para que éstas se mantengan en su lugar y para evitar que sean influidas por acciones negativas que afecten su sano desarrollo.

12. La muerte es natural y debe ser esperada con paciencia. Lo más bello que existe es la vida porque en ella es el único lugar en el que podemos ser, sin embargo, soy consciente de la temporalidad de la vida para no perder el tiempo y vivir plenamente los breves instantes. He afirmado varias veces que alejarme de la reflexión sobre la muerte es una deshumanización, es una ilusión, es huir de mi destino necesario. La muerte es un acontecimiento que forma parte de la vida porque esta es la conclusión de todos los acontecimientos que vivimos. Siempre he estado en contra del suicidio pero también de la evasión enfermiza de la reflexión sobre la muerte. Debemos entrar en un estado de reflexión que nos ayude a ver este acontecimiento como algo real que, tarde o temprano, tendremos que enfrentar como seres mortales que somos.

Finalmente, la vida es una gran aventura, es una gran experiencia que me ha llevado a disfrutar de muchos momentos que me han proporcionado felicidad. He encontrado que lo más importante es detenernos a pensar, de vez en cuando, en nuestras acciones y la forma como estamos gastando el tiempo. Si gastamos la vida en cosas sublimes llegaremos a la felicidad, si la gastamos en cosas banales estamos condenados irremediablemente, de manera perpetua, al sufrimiento. Un abrazo. Hasta la próxima.

martes, 27 de noviembre de 2018

Coincidencias entre el Génesis y las Eras Geológicas

César Canela, Mg.


Foto tomada por la NASA, extraída de: Pixabay
Durante las últimas publicaciones establecimos la relación entre conceptos que, en la práctica, parecen contradictorios, pero que tienen complementariedad desde sus esencias. En esta edición pretendemos establecer una relación directa entre el “Evolucionismo y el Creacionismo”; asumimos evolucionismo como todo sistema de pensamiento que dice que el universo es el resultado de los cambios que han surgido en él y en todos sus seres desde hacen millones de años; y entendemos al creacionismo como el sistema de pensamiento -generalmente religioso- que establece que todo lo que existe ha sido creado por un ser supremo. En lo adelante se presentarán las coincidencias que existen entre las Eras Geológicas y el Libro de Génesis. 

Desde siempre ha sido una necesidad del ser humano el saber cómo ocurrieron las cosas, por eso, en la era precientífica escribía poemas, cantos u mitos para explicar la realidad del universo. En la época científica empieza a buscar razones demostrables empíricamente para explicar los orígenes del universo, hasta concebir teorías que satisfagan sus necesidades de saber.

La teoría científica del origen del universo más aceptada es el Big Bang, la cual, fue propuesta por el sacerdote católico Lamaitre con el nombre de Huevo Cósmico esta teoría no contradice el designio creacionista de Dios, porque surge la pregunta: ¿quién originó la explosión? ¿quién creó las condiciones para la vida? Muchos afirman que no es congruente con la razón creer que venimos de la nada, porque “nihil nihil est”, la nada es nada y de ella nada puede salir.

El acercamiento al libro de Génesis, permite observar aspectos muy simbólicos, como algunos de sus personajes que son ejemplos para explicar una verdad: Dios ha creado al ser humano. El primer símbolo que nos encontramos cuando dice: “el espíritu de Dios, aleteaba sobre las aguas”, esto nos enseña que el Dios cristiano precede a la materia, está por encima de ella. Cuando miramos los personajes de Adán y Eva, observamos a dos personajes simbólicos, Adán significa humanidad y Eva significa Vida. El número siete (7) significa perfección, siete días es el tiempo perfecto. El siete aparece con frecuencia en diferentes textos bíblicos. El libro de Génesis nos afirma es que el ser humano es creación de Dios, en un tiempo perfecto; lo que queda en el misterio divino. (cfr. Gén.1; Gén. 2, 1-7). Esta apertura al libro de Génesis brinda a oportunidad de darle espacio al conocimiento y a los descubrimientos científicos.

Cuando la ciencia define los orígenes de la tierra, afirma, igual que la religión que el hombre fue el último en aparecer entre todas las especies. Enumeramos las eras geológicas, poniendo junto a ella su relación con el texto bíblico:

La Era Arcaica o Azoica, según la ciencia, es un período donde no existía ningún tipo de vida animal, ni vegetal. Se formaron rocas cristaloides. Su duración se calcula en 50 millones de años. En el primer capítulo de génesis dice: “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas” (Gen. 1,2) Igual que en esa era geológica en el libro de génesis no describe ninguna condición de vida, Dios está pendiente en el orden y la creación de seres inanimados.

En la Primaria o Paoleozoica: durante este período aparecen las primeras manifestaciones de vida, de animales invertebrados, de insectos y arácnidos. También aparecen los peces. Su duración se precisa en 30 millones de años. Dice en el libro de génesis: “«Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.»… «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» (Gen. 1, 6-11) ” Aquí existe también una estrecha relación, es decir, cuando Dios empieza a crear las aguas, se sobre entiende, que donde hay agua, hay vida, vida microscópica como bacterias y microorganismos.

En la Era Secundaria o Mesozoica: las lluvias son abundantes, el clima es caluroso. Los peces y reptiles adquieren tamaños gigantescos. No se registran movimientos orogénicos. Aparecen vegetales de gran tamaño como eucaliptos, pinos, robles, palmeras, chopos, etc. Su duración se estima en 10 millones de años. En génesis dice “…creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente…” (Gen. 1,21) Cuando Dios crea las bestias del campo y los animales de gran tamaño aquí queda entre dicho, que también existe una relación evidente en este momento.

Terciarias o Cenozoica: aparecen mamíferos gigantescos como: rinocerontes, monos, bisontes, el mamuts, etc. Desaparecen los reptiles de la era secundaria. El clima se regula. Surgen los Andes, los Alpes, el Himalaya, se sumergen la Atlántida bajo las aguas del actual Atlántico, etc. Se estima que duró tres millones de años. Esta parte mantiene relación con la antes citada

Cuaternaria o Antropozoica: la característica fundamental de esta Era es la aparición del hombre desde el comienzo mismo de este período. El clima obliga a que desaparezcan los animales monstruosos. Se calcula que esta era duró un millón de años. Esta es la última era geológica, lo que significa que, al igual que en la biblia, el ser humano es el último ser en aparecer en la tierra. El sexto día dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, … y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, ... (Gen. 1,26)”. Si se recuerda la simbología del número siete (7) que se explicó más arriba, entenderemos que los siete días de la creación, pueden ser entendidos como los millones de años que establece la ciencia entre una era y otra.

En definitiva, estas curiosas coincidencias no llevan a afirmar que las cosas de la ciencia no tienen ser contradictorias a las cosas de la fe y viceversa. Se debe tener claro que no podemos establecer como absoluto el conocimiento que tenemos a través de la fe, porque puede alejarnos de la verdad, puede alejarnos de la razón. Tampoco podemos tomar como absoluto el conocimiento que viene desde la ciencia, porque siempre hay espacio para el misterio. La ciencia, no es un mecanismo para evitar los misterios de la religión, sino al contrario para asumirlos mejor. Recordemos que la biblia no es un libro de historia, no es un libro científico, no es un libro de principios demostrables empíricamente, la biblia es, solamente, un libro que contienen las enseñanzas morales que deben imitar a aquellas personas que quieran ser mejores seres humanos.

Invito a evitar los extremos, a ver en la ciencia y en la fe dos oportunidades para potenciar el conocimiento. Un abrazo. Hasta la próxima.

viernes, 19 de enero de 2018

La apología de la muerte

-César Canela, Mag-


“Nadie escapa de la muerte 
aunque pase su existencia 
sin pensar en ella” 
-Pepe Rodríguez 
(Libro: Morir es nada)


Cementerio de Caracol en Bonao, República Dominica.
Foto tomanda por Jc Taveras
Lo desconocido tiende a producir en el ser humano una ansiedad irreconciliable con la realidad, aunque también despierta el interés de investigación en algunas personas. Dentro del marco de lo desconocido o poco explorado podemos enmarcar a la muerte. Ella produce en la mayoría de las personas una incomodidad inexplicable. No es una tarea fácil para el hombre y la mujer encontrarse con la realidad de que sus días están contados y que todo lo que ha trabajado puede terminar en un abrir y cerrar de ojos. Ni los vínculos del amor soportan la realidad de la muerte, el texto matrimonial reza: hasta que la muerte los separe. Nada se resiste a la muerte, ella es el destino de todos los seres del universo.

Aún en estas situaciones este artículo pretende ser una apología de la muerte, cosa que muchos han querido y que pocos se han atrevido. Dentro del espíritu filosófico se pretende únicamente ser un aporte más para que el ser humano aprenda a encarar con valentía los acontecimientos obligatorios y necesarios de la existencia. Es bueno dejar claro que este artículo se refiere a la muerte como cesación de la vida.

Con mucha frecuencia la gente tiende a huir del tema de la muerte porque temen encarar el grave significado que tiene la temporalidad de la vida. Han puesto a la muerte en el peor de los niveles. Humanamente hablando es normal que a todos afecte la muerte propia, pero no tanto como afecta la muerte de una persona amada y que ha marcado positivamente la vida personal. Nadie puede evitar que la muerte afecte sus sentimientos, lo que sí se puede modificar es la percepción que se tiene de ésta, lo que se puede lograr es tener una comprensión más realista de ésta, para recibirla con ciertos niveles de objetividad que pueden dar tranquilidad a la vida propia.

Como no se puede evitar la muerte -qué bueno que así sea- es importante que se haga una justa defensa de ésta para darle el valor que ella tiene en la existencia de todos los seres, especialmente en la vida del ser humano. Hay que iniciar con la superación de los innumerables prejuicios que tenemos, empecemos a ver la muerte como el destino natural; no es fácil hacerlo pero el ejercicio mental y filosófico puede ayudar a iniciar ésta difícil tarea. La falta de reflexión sobre la muerte es desconcertante porque produce impaciencia, miedo y ansiedad.

Alejarse de la reflexión sobre la muerte es una deshumanización, es una ilusión, es huir del destino necesario. En los últimos años las personas viven vacías de plenitud vital porque tienen a la muerte como algo lejano. La lejanía de la muerte les lleva a hacer todas las cosas sin detenerse a reflexionar sobre la importancia de la vida. Un ejemplo del justo valor de la muerte en la vida es que cuando una persona se entera que le quedan pocos años de vida o cuando está gravemente enferma empieza a reflexionar sobre lo que ha hecho y sobre sus omisiones. Una forma de canalizar la necesidad de reflexión es el acercamiento a la religión o a la filosofía para aprovechar los pocos días que quedan de vida. La muerte es la necesidad por la que muchos inician su tarea filosófica.

Entrada del Cementario de Caracol en Bonao, Rep. Dominicana
Foto tomanda por Jc Taveras
La muerte es lo que le da sentido y plenitud a la vida. Una vida sin muerte sería un eterno sufrimiento porque la vida se convierte en proceso monótono y sin fin. En este mundo en el que vivimos la vida sin muerte sería la materialización de la condena que los dioses de la mitología griega hicieron Sísifo, es decir, cargar un peñasco para siempre, hacer las mismas eternamente. Esta vida sin fin a la que muchos aspiran en el mundo sin detenerse a reflexionar, sería una contradicción biológica porque la evolución necesita de la muerte para perfeccionarse en el tiempo. En otras palabras: “si no existiese la muerte, la vida se resolvería en un terrible hastío; todo resultaría indiferente, porque todo sería arbitrario, recuperable y diferible ad infinitum*”[1]

Dijo una vez Walter A. Kaufmann, filósofo germano-americano: “se vive más acertadamente cuando se ha fijado una cita con la muerte.”[2] Aunque estas palabras expresan una verdad ineludible podrían resultar algo difíciles de asimilar para algunas personas. Es bueno aclarar que reflexionar sobre la muerte no es despreciar la vida; al contrario es darle a la vida justo sentido desde una perspectiva integral. Aceptar la muerte no significa hacerse indiferente al dolor, sino que impulsa a una libre comprensión de la importancia y la necesidad de este acontecimiento con mayor madurez emocional e intelectual.

La reflexión sobre este concepto lleva al ser humano a replantear sus hábitos, también le lleva a organizar su forma de vivir, a potencializar el tiempo porque se llega a la sana compresión de que el tiempo es limitado para lograr las metas que se sienten programadas. El hombre y la mujer deben vivir plenamente, esperando pacientemente y sin reservas este justo destino de la existencia: la muerte.

En definitiva, valoremos y vivamos a plenitud cada segundo de nuestra vida, sin desperdiciar ningún minuto en el ejercicio de la bondad. Tampoco perdamos de vista que somos seres temporales y que algún día nuestra vida conocerá su fin. Miremos la muerte no como algo caótico, sino como un punto de referencia para valorar con más intensidad cada minuto que nos toque en el camino de la vida. Se deja abierta la reflexión con la siguiente interrogante: ¿Por qué aferrarse a educar en el temor de la muerte si este es el destino necesario y obligatorio de todo ser viviente?

Un fuerte abrazo, hasta la próxima.
____________________________
Referencias.
*Ad infinitum: expresión latina que suele significa “hasta el infinito”. Suele referirse a cosas que deben hacerse repetitivamente sin reflexionar y sin fin.
[1] El Problema de la muerte. Recuperado 15 de enero de 2018. http://www.mercaba.org/FICHAS/ESCATO/652-12.htm
[2] Ibidem.

domingo, 31 de diciembre de 2017

Educación y política

- César Canela, Mg. -

Publicado en Prensa de Ahora:
Canela, C. (Diciembre, 2015). Educación y Política; amigas o enemigas.
Periódico Local Prensa de Ahora. Bonao. Pág. 18
"Eduquen a los niños y
 no será necesario castigar
a los hombres".
-Pitágoras

A lo largo de la historia han surgido muchas opiniones sobre educación y política. Muchos las han abordado desde perspectivas totalmente diferentes, como dos cosas que no tienen relación. Diciendo que la educación y la política son como el agua y el aceite; por consiguiente, afirmando que los actores del quehacer educativo deben hacerse ajenos a las circunstancias políticas de su territorio.

Para profundizar, nos permitimos iniciar definiendo brevemente cada concepto de manera individual. “La política es una rama de la moral que se ocupa de la actividad, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por mujeres y hombres libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva. Es un quehacer ordenado al Bien Común”(1).  Es decir, la política es la ciencia que se encarga del funcionamiento correcto y eficaz de los estados. Tiene como finalidad suprema la defensa de los derechos humanos y el bienestar de todos los ciudadanos, garantizando la igualdad de oportunidades, promoviendo un ambiente equitativo. No se debe entender como política las acciones fraudulentas y corruptas que muchos hombres y mujeres realizan a diario con la única finalidad de conseguir el poder personal, olvidando la dignidad del pueblo.

En otro orden, la educación, queda definida como “el proceso multidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar. La educación no sólo se produce a través de la palabra, pues está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes”(2). La educación constituye el espíritu de la sociedad, es decir, es imposible que haya sociedad sin educación, porque a través de ella las personas pueden alcanzar el perfeccionamiento intelectual, humano, político, también el progreso económico y cultural. La educación es más que las simples estructuras físicas que se han diseñado, es la voluntad y la acción de enseñar. 

La educación, en sus enseñanzas persigue, como la política, el bien común, porque pretende poner a todas las personas en igualdad de oportunidades. La formación, la educación es para todos. De tal forma que, la educación es una práctica política, disciplinaria, la cual obliga a poner la mirada en las reglas que rigen el juego de la vida, facilitando la visualización de acontecimientos y de los procesos que antes no eran visibles por la miopía de la ignorancia. 

La educación permite el replanteamiento social, motiva la discusión de las ideas establecidas y la introducción de ideas novedosas que perfeccionen la vida común. Por consiguiente, el docente es un actor político importante porque es el responsable de transmitir las ideas fuertes para mantener el sistema político actual o promover la evolución a un sistema más justo y humano. También los alumnos son entes políticos activos porque son los receptores del conocimiento. Tanto el docente como el alumno deben trabajar en un pensamiento crítico que les permita conocer la realidad para hacer propuestas contundentes en el desarrollo de su nación. 

Partiendo de las ideas planteadas, la política y la educación son dos realidades que guardan una estrecha relación porque la política necesita de la educación para mejorar en aspectos como en su estructura, desarrollo y resultados.  Sin embargo, la educación necesita de la política para alcanzar sus metas, tanto en lo material como en lo cultural. La educación es la forma principal de política porque esta diseña a los estados.

A través de la educación el pueblo puede conocer y mejorar su historia, puede mejorar su nivel de vida en la sociedad, desde los aspectos espirituales y económicos. Pero para poder aplicarse la educación de forma adecuada, se necesita una política específica para alcanzar la calidad y la plena organización.

Para la política poder subsistir necesita de la educación, porque ésta forma a la población para que respete, elija y fortalezca al poder constituido. La educación es la vía necesaria para conquistar una política efectiva en la sociedad, para conseguir el bien común nacional. Del mismo modo que la política necesita de la educación, de esa misma manera, necesita la educación de la política; porque educación sin política, sería como metal que resuena, como campana sin campanario. 

Es importante saber que en una sociedad en donde la política es lo peor que existe,  a consecuencia de eso, esta relación entre educación y política se convierte en algo caótico y complicado. Es imposible alcanzar la educación deseada cuando la política está corrompida y los organismos que tienen el poder no están interesados en alcanzar la educación deseada y necesaria. La educación se convierte en una lucha constante y sólo aquellos que son capaces de liberarse de la oscuridad de la ignorancia pueden, a través de una educación personal, trabajar para construir una mejor práctica de la política.

En definitiva, hablar de educación y política es como hablar de alma y cuerpo en el pensamiento de un sabio filósofo llamado Aristóteles, es decir, un hilemorfismo. Si muere la educación, muere la política; si muere la política, muere la educación. En otras palabras, cuando la política es justa la educación avanza, cuando la política es corrupta la educación retrocede; cuando la educación es superficial la política se corrompe, cuando la educación no es humanista la política es irrespetuosa.

Un fuerte abrazo, hasta la próxima.

Referencias.
[1] Política. Wikipedia. Enciclopedia Libre. http://es.wikipedia.org/wiki/Pol%C3%ADtica
[2] Educación. Wikipedia. Enciclopedia Libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Portal:Educaci%C3%B3n/Art%C3%ADculo

jueves, 30 de noviembre de 2017

Un breve recorrido

- César Canela, Mag. - 



"No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las 
decisiones es la mejor, porque no existe 
comparación alguna. El hombre lo vive todo 
a la primera y sin preparación."  -Milan Kundera


Mi historia inició el 30 de noviembre del año 1989, al menos eso me contaron y yo lo creí sin dudas. Siempre he sido una persona sumamente inquieta y dispuesta a conocer más allá hasta las últimas consecuencias. Tuve una infancia como todos los niños, aunque debo decir que la mía, a pesar de las precariedades propias de aquella época, fue una etapa significativamente hermosa en donde sentí el cariño familiar y el cálido amor de la gente cercana.

Mi adolescencia fue sumamente especial, inicié mis estudios de inglés, conocí a mis mejores amigos -los que todavía conservo-, entré al seminario católico, me mudé de ciudad dos veces e inicié mi pasión por la música a través de la flauta dulce y del acercamiento a la guitarra. Tuve el privilegio de salir estudiante con índice por encima de 90 puntos (me sorprendí al saberlo) del Colegio Inmaculada Concepción, un prestigioso colegio de La Vega, RD.

En lo adelante, fui un joven universitario como todos, con un deseo inmenso de crecer y de desarrollarme en el ámbito intelectual. Tuve acercamiento a varios autores clásicos como Aristóteles, Platón, Epicuro, Parménides, Heráclito (entre otros) y se fue constituyendo mi pensamiento filosófico sobre la realidad de la vida. Luego de un largo proceso de pensamiento -seis años para ser exacto-, decidí retirarme del seminario y hacer mi vida como un académico. Terminé mi carrera de filosofía en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, alcanzando, en 2012, el honor de Summa Cum Laude, la más alta condecoración dada en las carreras de grado, ese día me sentí feliz y me sentí agradecido.

Más tarde, en mi joven adultez conocí al amor de mi vida e inicié mi vida laboral como profesor en el Colegio Juan Pablo Duarte, un colegio que lleva 50 años de vida académica ininterrumpida en la ciudad de Bonao, para mí un privilegio iniciar a los 22 años mi vida docente.  Al transcurrir el tiempo, al ver que la carrera docente es aquello que me hace feliz, decidí hacer Maestría en Ciencias de la Educación en la Universidad Abierta Para Adultos, la cual concluí en el año 2017 donde obtuve una placa de condecoración como el más destacado entre los eminentes magísteres y especialistas de la universidad en esa graduación. He recibido varios reconocimientos y condecoraciones por el trabajo con los jóvenes a través de la Pastoral Juvenil y de otras organizaciones sociales juveniles.

He descubierto a lo largo del tiempo que una de las cosas que más disfruto es mi participación en el Programa de La Voz del Obispo TV-Radio, del cual, desde los 24 años, soy el Director General. Me siento parte importante de ese espacio, en primer lugar porque tengo la asistencia sabia de un mentor, amigo y obispo y también de la compañía de jóvenes preparados en el ámbito de la televisión. He tenido el privilegio de conocer tres países: Estados Unidos, Polonia y Alemania. La cultura que más me ha impresionado ha sido la polaca, espero en algún tiempo no muy lejano visitar Polonia otra vez.

Luego de reflexionar en estos 28 años de vida sobre esas cosas que he enumerado, puedo decir que no me siento superior ni inferior por lo poco que logrado, me siento como muchos otros, un joven con deseos de trabajar y de construir cada día una sociedad mejor. Entiendo que las condecoraciones y las cosas humanas se quedan en este mundo y que lo más importante es enriquecer el alma con la reflexión filosófica constante y el espíritu con la meditación religiosa. Siento un fuerte compromiso con la sociedad, inspirado en la frase de Ortega: "yo soy yo y mi circunstancia, y si no salvo a ella no me salvo yo"; estoy dispuesto a construir cada día una sociedad mejor, desde mi espacio, cuando nací encontré un mundo y quiero que cuando muera pueda dejar un pequeño legado en el corazón de aquellos que me hayan conocido.

Finalmente, aunque soy joven no veo la muerte algo distante, sino como algo cercano, propio de todos aquellos que vivimos, a pesar de la posibilidad de la muerte espero terminar mis días en la vejez, con piel arrugada y sufriendo pacientemente las postrimerías de la existencia terrenal. La vida, aunque hermosa, es muy corta.

Un fuerte abrazo, hasta la próxima.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

¿Qué es la vida?

-César Canela, Mag.-


"Hace falta toda una 
vida para aprender
a vivir." -Séneca


Es una pregunta que muchos de nosotros nos hemos hecho y que nos seguiremos haciendo a lo largo de nuestro caminar por este mundo. En esta ocasión, nos proponemos reflexionar sobre el significado y la definición de la vida, no pretendemos dar una definición absoluta y única, sino aportar dentro de la infinidad de definiciones que otros le han dado en el ámbito filosófico, científico y religioso. Pretendemos invitar al lector a reflexionar y a profundizar desde la perspectiva filosófica sobre el significado de la vida. 

En primer lugar, la RAE define el concepto “vida” como “energía de los seres orgánicos”. Esta es una definición, en cierto modo, coherente con la concepción que casi todas las personas tienen de la vida, porque la mayoría de las ellas -las personas- reduce la condición vital a simples procesos físicos-químicos del cuerpo, al mismo tiempo entienden que la cesación de la vida ocurre cuando estos procesos terminan su curso de manera natural.

Es importante también tomar en cuenta el termino “existir (existencia)”, el cual, es definido de igual modo por la RAE como “tener vida”, “haber, hallarse, estar”. Lo que claramente nos lleva a una reflexión inmediata: el existir, aunque está relacionado a la vida y aun algunos lo definan como algo idéntico a la vida, es distinto a ésta. Vida y existencia no son la misma cosa a pesar de que la ambigüedad de la lengua las confunda. Existir es el mero acto de estar en un lugar, no implica consciencia, no involucra a la realidad de la vida. Si nos preguntaran si existe la roca, nos apresuraríamos a responder afirmativo sin vacilación. Llegamos a responder esa pregunta de esta manera  porque, inmediatamente, nuestro cerebro asocia a las cosas inertes con la existencia.

Quiere decir que muchos “seres”, ya sean cosas, animales o vegetales aunque participan del proceso físico-químico llamado vida, su condición es netamente existencial. Los animales, las cosas y las plantas, sólo existen, están en un lugar, tienen un espacio que se les es dado; mientras que la persona es el único ser que puede alcanzar la condición de vida (vivir), la condición de hacer que su espacio sea resultado de su resignación y de su libertad, no la consecuencia de su aparición en la existencia. La resignación se da cuando el ser humano debe aceptar lo que no puede cambiar, como su fecha de nacimiento, su familia, su color de piel, su circunstancia; sin embargo, la libertad se muestra cuando la persona va construyendo todo aquello que puede ser modificado en su realidad circundante, como su intelecto, sus costumbres y su forma de comportarse... La vida es mucho más que las simples acciones laborales que realizamos, la vida es mucho más que interpretaciones sensitivas, la vida es algo sublime, es una realidad personal, irrepetible, única e intransferible.

La vida –según Ortega y Gasset- trasciende la naturaleza, porque ésta no es sólo la satisfacción de las necesidades fisiológicas sino el alcance de los proyectos humanos. La vida se da en la persona individual, en una realidad radical, es decir, no se debe hablar de una vida en general porque cada quien disfruta y sufre la suya. La vida no es estática, sino que es desarrollo, superación, crecimiento. La vida es el lugar donde cada persona actúa según el proyecto de vital asumido. En su carácter personal e individual, la vida es el arte supremo porque hay que saber llorar ante el dolor, saber reír en las fiestas, saber desdeñar lo dañino, saber relacionarse con las demás personas. El mismo Ortega y Gasset, refiriéndose a la vida dijo: “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”

La vida es una realidad que, aunque absolutamente individual, no fue dada para ser vivida en el egoísmo, sino para que la persona se responsabilice de su propio hacerse sin olvidar la dignidad de las demás personas cultivando un profundo espíritu filosófico. También Ortega y Gasset dijo una vez: “mientras más lo pienso, más evidente me parece que la vida existe simplemente para ser vivida”, esto nos lleva a la necesaria reflexión de reafirmar que la vida es un hecho meramente humano porque el vivir es el resultado de unas convicciones racionales, de un impulso consciente y del ejercicio pleno de la libertad.

En definitiva, la vida es un acto que sólo puede ser ejercido por la persona porque vivir es más que el simple hecho que existir. Conocer que es la vida, ayuda a la persona valorar su circunstancia y a evitar que su caminar por el mundo haya sido en vano.

Un fuerte abrazo, hasta la próxima.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

La fe y la política

-César Canela, Mag.-

Publicado en Prensa de Ahora:
Canela, C. (Enero 2016). Fe y política ¿contradictorias? 
Periódico Local Prensa de Ahora. Bonao. Pág. 14

"La unión de la ciencia 
y la religión está en 
el infinito que aún
desconocemos"
- Abel Pérez Rojas.


Es conocido que muchos se atreven a sostener la tesis de que la fe y la política son contradictorias. También arguyen que las personas de fe deben alejarse de la política y que los políticos no son personas de fe. 

Me atrevo a decir que quieres afirman que la fe y la política son contradictorias, a lo mejor, no han observado que muchos cambios de la historia han ocurrido gracias a la participación de personas de fe auténtica en la políticaPresentaremos varios ejemplos de personas que desde la fe han aportado en la política:

Un primer ejemplo es Jesús de Narazret, quien nunca tuvo miradas diferentes para la gente. Entendía que la igualdad en derecho es el elemento supremo frente a una sociedad opresora y esclavista. Jesús nunca se hizo ajeno del mundo al que pertenecía, sus predicaciones proponían un sistema de vida llamado el Reino de Dios, predicaba el amor, la práctica del amor, sanaba a los enfermos, a los endemoniados, acogía a las mujeres y las demás personas discriminadas de esa sociedad. Decía que el la práctica del bien es la materialización del Reino de Dios en la tierra, una forma de gobierno espiritual. El Reino de Dios inicia en la tierra, en donde los hombres y las mujeres luchan cada día por dignificar su vida y la de los demás.

Otro ejemplo, más reciente y más cercano, de la relación  entre la fe y la política, fue el discurso que Fray Antón de Montesino pronunció en año 1511 en La Española -hoy Santo Domingo-, en donde él, se atrevía a enfrentar la maldad de los colonizadores, quienes exterminaban la vida de los pobres indios. El acto de Fray Antón de Montesino se puede considerar, según el momento histórico, como la primera lucha de los derechos humanos que tuvo escenario en el continente americano colonizado. Este humilde fraile, era un sacerdote dominico que celebraba cada día la misa; su fe le impulsó a reclamar la dignidad de los indígenas, en contra del poderío de los abusos de la “madre patria”.

c. Más adelante, cuando los países de América iniciaron la justa revolución para conseguir su independencia, varios sacerdotes -especialmente católicos-, en algunos países, tuvieron una participación muy importante en el destino de estos pueblos. En el caso de México, donde el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado de aborígenes y mestizos proclamó la independencia de ese país el 16 de septiembre de 1810. Como dicha proclamación no tuvo mucho alcance, más adelante, el también sacerdote José María Morelos organizó un ejército y proclamó nuevamente la independencia de México en 1813 y un año después presentó la Constitución, hasta que fue fusilado por traidores. Es admirable, como esos hombres de fe tomaron partido en la lucha de la independencia de ese país, hasta el punto de sacrificar sus vidas fue un acto heroico que la historia debe reconocerles.

Su Santidad el Papa León XIII, en sus documentos, sobre todo aquellos que están destinados a la Doctrina Social de la Iglesia, propugna por una iglesia que se acerque a los pobres, que se acerque a las personas. También insta a los fieles laicos del catolicismo a involucrarse en la política para construir una sociedad mejor.  También Su santidad el Papa Paulo VI no tuvo que negar de su investidura, ni tuvo que dejar su fe, para reconocer que la democracia cristiana era una gran necesidad para el mundo de su época.

En otro orden, también el patricio Juan Pablo Duarte, siendo un hombre de fe, definió la República Dominicana como un estado de fuertes raíces cristianas-católicas. Duarte, inició el Juramento Independentista, mejor conocido como Juramento Trinitario, diciendo: “En nombre de la Santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios, juro y prometo…”, proponiendo como lema las palabras de Dios, Patria y Libertad. Duarte, para convertirse en el gran patriota e ideólogo de la Independencia Dominicana, no tuvo que negar su fe, no tuvo que separarse de las filas de los hombres que cultivan la espiritualidad; fue un hombre coherente en todas las etapas de su vida.

También, otro caso, en esta tierra, fue el de Monseñor Francisco Panal Ramírez, obispo de la Diócesis de La Vega -Rep. Dom- entre los años de la férrea dictadura trujillista, quién hizo fuertes denuncias de las malas acciones políticas que llevaba el gobierno trujillista, con la finalidad de construir un país más justo, en donde todas las personas tengan, esencialmente, el derecho a la vida, el derecho a la asociación, el derecho a la libertad de tránsito y el derecho a elegir a sus gobernantes. Igual de admirable, fue también Mons. Thomas F. O’Reilly quien también se puso del lado del pueblo, denunciando las malas acciones de la política dominicana.

En Estados Unidos, el célebre héroe social, Martin Luther King, pastor evangélico, salió a las calles, en varias ocasiones, junto con otros hombres y mujeres de color para defender su dignidad de seres humanos, para defender su identidad y para que sean respetados sus derechos, para que no sean discriminados por su color de piel. También participó en protestas en contra de la Guerra de Vietnam y en manifestaciones en contra de la pobreza de las personas. Nunca usó la violencia física ni psicológica en sus actividades, lo cual le permitió recibir el Premio Nobel de La Paz en 1964.

En Asia, el Padre de la Patria de la India, Mahatma Gandhi, un ser humano de una extraordinaria espiritualidad, quién era un fiel seguidor de la religión hinduista. Gandhi, empezó a reflexionar sobre la realidad de su país, lo que le impulsó a sumarse a la lucha nacionalista y ha convertirse en un gran revolucionario que promovía la lucha pacífica, rechazando cualquier acto de violencia que pusiera en peligro la vida de algún ser humano. Fue nominado cinco veces al Premio Nobel de La Paz. Gandhi, se valió de sus conocimientos académicos de derecho para defender a la India de los abusos que hacía el Imperio Británico en territorio de la India. Gandhi, nunca dejó de ser un gran hinduista, al contrario, era un referente de fe firme en sus convicciones religiosas.

Estos personajes nos iluminan en la relación de fe y política y nos impulsan a trabajar desde la política con la fe; desde la fe en la política. Ellos nos impulsan a mirar con mayor coherencia la realidad. Ser político no debe ser contradictorio a ser hombre de fe. Es importante entender que ser político es diferente a ser devoto-fanático de un partido, es diferente a ser un hombre corrupto. Quienes son corruptos, enfermos partidistas, no son más que fanáticos, que ensimismados en sí mismos no pueden ver las necesidades de los demás. En otras palabras, el hombre de fe debe alejarse de la corrupción que practican los falsos políticos, quiénes se burlan de la gente, sobornando la ignorancia del pueblo con dádivas en tiempos de elecciones y fiestas de guardar. 

Cuando la fe, está alejada de la política, se cumple la célebre frase que dijo el gran filósofo alemán Karl Marx: “la religión es el opio de los pueblos”; esta fe permanece vacía porque se queda en la meditación absurda del más allá, sin traer al más aquí una reflexión profunda que transforme y convierta este mundo en un lugar habitable y mucho mejor. El hombre de fe está obligado a remangarse la camisa y hacer cosas por los demás. “No basta rezar” -dijo el cantor- “hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”; hacen falta muchas cosas para conseguir un mundo mejor. Bien dijo Aristóteles, “el hombre es un ser político por naturaleza”, el hombre de fe, antes de todo es hombre, y por ser hombre debe tender a la política. Una fe, materializada con las obras buenas, es decir, con la búsqueda del bien común, es una fe que transforma, que dignifica y que invita a otros a vivir actuar intachablemente en el servicio público.

También cuando la política está lejos de la fe, se convierte en una férrea tiranía que explota al hombre por el hombre, que pone al consumismo por encima del ser humano. Un política sin fe, también usa al hombre como medio para conseguir los más bajos placeres de los hombres sin juicio y sin consciencia. La política sin fe es relativista, se aleja de lo objetivo y legisla en contra del ser humano, promoviendo leyes que laceran la dignidad humana como el aborto, la eutanasia y otras tantas leyes que desprotegen al medioambiente, a la naturaleza. La Política lejos de la fe también es indiferente ante el pueblo sufriente que muere cada día de pobreza. Un ejemplo de la lejanía de la fe y de la política es la realidad que miramos tanto en la República Dominicana y en América Latina.

Afirmo que la fe y la política, son dos realidades que están estrechamente unidas entre sí. Es verdad que la política persigue el bien común -dice Aristóteles- , pero ésta, solo puede tender a esa naturaleza -al bien común- cuando quienes la asumen son hombres convencidos moralmente, cuando no están limitados por ideológicas dogmáticas, sino que la fe les impulsa a evitar a aquellos hombres que degradan al ser humano. La política unida a la fe tiene una mayor solidez moral y puede, ante todo, proponer, aprobar y promulgar leyes que promuevan al ser humano. 

Finalmente, queremos subrayar, que no pretendimos hacer una apología de la fe excluyendo a los no creyentes, sino llamar la atención sobre la importancia de que las personas de fe -con vida ejemplar- se involucren en las actividades políticas con criterios de seriedad. Es bueno que sepamos que es un gravísimo error alejar a la fe de la política porque ambas, desde sus esencias, persiguen el bien del ser humano. No debemos dejarle la política,  a los corruptos, “hombres sin juicio y sin corazón que atentan contra la salud de la patria”. Hoy debemos tomar la decisión de involucrarnos desde la fe en la política para construir un mejor país.

Un fuerte abrazo, hasta la próxima.

viernes, 11 de agosto de 2017

El hombre y la mujer son historia

-César Canela, Mag.-


"No hay más que una historia: 
la historia del hombre. 
Todas las historias nacionales 
no son más que capítulos 
de la mayor."
 -Rabindranath Tagore


Muchos de nosotros nos hemos preguntado, ¿qué es la historia? También muchos han dicho una y otra vez: “la historia es una tontería”, “eso no sirve para nada”, “lo importante son las ´ciencias´”. Lo importante -según ellos- es el número de las matemáticas o los fenómenos de la física, entre otros. Con frecuencia, escuchamos a intelectualoides definir a la historia como algo innecesario en el desarrollo de la vida de las personas, hasta el punto de proponer su desaparición del escenario educativo y social. Según la Real Academia de la Lengua Española el término “historia” tiene varios significados, nos permitimos presentar sólo dos de ellos: a) Historia es el “conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella”; y b) también historia es “disciplina que estudia y narra cronológicamente los acontecimientos pasados”.

Partiendo de las definiciones anteriormente mencionadas, la historia está estrechamente relacionada a la vida del hombre. Pitágoras, gran filósofo griego, haciendo un análisis de los orígenes del universo -incluyendo al ser humano- afirmó que “todo lo que existe -incluido el ser humano- está constituído por el número”. Sin embargo, nosotros afirmamos que el ser humano  es más que simples mediciones físico-matemáticas a las que nos quieren reducir a través del tiempo. La persona es historia, la persona se va haciendo en el tiempo con la historia y en la historia. La historia es lo único que le da sentido a la vida, porque -la historia- es el proceso en el tiempo que le va ayudando, a la persona, a comprender su configuración vital-existencial. Basta de poner una exagerada atención a las cosas inertes, como los números -los cuales, solo existen en la mente-, lo más importante es la vida del ser humano, su valor, su horizonte. La historia le ayuda al hombre a conocer el objetivo de su vida, a entender los procesos que han ocurrido en el tiempo y darle un sentido en sí mismo.

Los hombres de ciencia del siglo XXI están más empeñados en conocer si existe vida inteligente en otro planeta, en conocer la distancia numérica de una estrella a otra, de una galaxia otra. Sin embargo, la persona de hoy está vacía de historia, está vacía de filosofía, sólo mira las cosas en sentido utilitario. Se pregunta para qué sirve la historia y él mismo se responde que no sirve para nada. Efectivamente, cuando dice que la historia no sirve para nada está en lo correcto porque la historia -la razón histórica- no es un objeto con el cual se puede realizar tarea de terminada; la historia es la vida misma, la constitución de la persona individual y colectiva a lo largo del tiempo.

En esta apología de la razón histórica frente a la razón físico-matemática no se está afirmando que sea absolutamente negativo lo que la ciencia plantea a través de los descubrimientos científicos, en el campo número y observable; al contrario, son una riqueza importante para conocimiento de las cosas. Lo que se quiere es colocar a la historia en su justo lugar -en el primero-. Las razones físico-matemáticas, las biológicas, las paleontológicas, etcétera; deben ponerse por debajo de la vida del hombre, deben estar al servicio de la vida del hombre. El hombre debe ocuparse en primer momento por encontrarle significado a sus actos, a sus proyectos, al proceso de desarrollo que ha ocurrido en el tiempo, luego debe empeñarse por la fundamentación de las cosas. ¿De qué le sirve a la persona conocer la constitución entera del universo si no conoce el proceso y el sentido de su vida?

Henri Bergson dijo una vez: “para un ser consciente, el existir consiste en cambiar, en madurar, en crearse indefinidamente a sí mismo”, es decir, aquella cosa que le dota al hombre de capacidad para cambiar de manera concreta es ser consciente de la historia que le ha dado sentido a su vida, una historia circunstancial, estrechamente unida a la vida del ser humano y a la sociedad. La persona que no es consciente de su entidad histórica no puede crearse a sí misma, no puede hacerse a sí misma sino que es esclava de la irracionalidad que la gobierna.

La historia -la razón histórica- está por encima de la razón físico-matemática. La historia queda opuesta de algún modo a la física -ciencia del movimiento- y a las matemáticas. Dijo el filósofo español Ortega y Gasset: “La razón histórica (…). Al oponerla a la razón físico-matemática no se trata de conceder permisos de irracionalismo. Al contrario, la razón histórica es aún más racional que la física, más rigurosa, más exigente que esta” (Obras completas de Ortega y Gasset).

Hay que tener presente que la desaparición del estudio de la historia es la desaparición del sentido de la vida del ser humano. La eliminación de la historia de la reflexión personal y de los círculos educativos es un error que se pagará con el sufrimiento; un sufrimiento producido por la ignorancia de las personas que viven sin horizonte. No debe haber un solo hombre o mujer que ignore la historia y su razón. No existe hombre feliz ajeno a la vida porque la vida es historia. El hombre y la mujer son historia y negarla ella es una decisión -contradictoria a la vida- que cae en lo absurdo de la existencia.

Una vez se dijo Marcelino Menéndez Pelayo que el “pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte…”, la persona que no conoce su historia, tampoco conoce su vida y quien ignora su vida está muerto aunque respire. También una vez dijo el eminente Ortega y Gasset: “la vida solo encuentra su sentido desde la razón histórica”.

En definitiva, la historia es la vida misma. El hombre y la mujer son historia porque de ella es de donde parte el sentido y la existencia de sus vidas. Por encima de otras razones estar la historia para que el ser humano pueda, a partir del análisis filosófico, realizar a plenitud su proyecto vital.

Un fuerte abrazo, hasta la próxima.