miércoles, 20 de marzo de 2019

Acerquemos la filosofía

-César Canela, Mg-

 "Los límites de mi lenguaje
significan los límites
de mi mundo".
- Ludwig Wittgenstein 

La sociedad de hoy le ha dado muy mala propaganda a la filosofía y a los filósofos; a veces, con razones y otras veces por simples prejuicios. Muchas personas afirman que la filosofía es muy complicada y difícil de entender. Esta propaganda es motivada por muchos filósofos que se dedican a hacer reflexiones, muy buenas y profundas, con un lenguaje críptico e inaccesible que la gente común no entiende con facilidad. Esta forma de escribir tan rebuscada es cuestionable porque la filosofía es un saber natural, propio de la persona. Por lo tanto, como su importancia es suprema, debe ser de fácil asimilación, porque esta es una actividad que involucra la vida propia, la de los demás y la de la sociedad.

Hace poco, alguien cuestionó a un filósofo por qué escribe filosofía con lenguaje sencillo; ante estos cuestionamientos, éste se quedó pensativo, meditativo y a los pocos segundos le respondió: ¿De qué le vale a un hombre filosofar, presentar sus pensamientos si no los pone al alcance de la gente? ¿De qué sirve presentar una idea si no puede ser asimilada o refutada por falta de entendimiento? Cuando la filosofía se escribe con terminología muy extraña, con lenguaje estéticamente demasiado acabado, cumple solamente el papel de monólogo porque consiste en una una exposición de términos y conceptos que muy pocos entienden.

Pienso que nosotros, los filósofos, debemos profundizar cada día más en el conocimiento tanto de las ciencias como del lenguaje, para evitar que nuestros escritos estén destinados a un público que no existe, para evitar que  nuestras ideas queden atrapadas en el elitismo intelectual, porque, de ser así, nuestros planteamientos corren el riesgo de no trascender, como campana que resuena en el desierto. El escribir de manera rebuscada es como hablar sólo, es hacer del filosofar una actividad exclusivista, en cierto modo discriminatoria, cosa contraria a la finalidad de la filosofía. No es bueno que los filósofo utilicemos lenguaje complicado, porque esa verborrea retórica decorativa es propia de los sofistas, de los pseudofilósofos, que lejos de perseguir la verdad o sugerir ideas nuevas, lo único que buscan es impresionar con la terminología de su discurso.

El pensador que decide escribir de manera sencilla  demuestra su madurez intelectual, su capacidad de explicar con lenguaje de fácil asimilación las verdades más intrincadas de las ciencias. El filósofo debe saber que el pensamiento filosófico no es sólo para los doctos, sino que todos tienen la capacidad de reflexionar. Éste debe promover la filosofía de manera llana sin perder rigurocidad científica. Este lenguaje accesible permite que la persona desarrolle de manera más fácil la coherencia lógica en los momentos comunes de la vida, además motiva a que reflexionen por doquier. Este filosofar común ayuda a que las personas se hagan las preguntas fundamentales de la existencia humana, sin mucho esfuerzo pero con profundidad.

Esta postura reflexiva, además de ser didática es humanista ya que hace una consideración y una valoración del otro, porque se produce filosofía con la finalidad de que el otro pueda tener una parcipación activa, sin que se sienta excluido, sino que vea la filosofía como algo propio de su contexto, que la sienta conectada con su vida y su realidad. Hacer filosofía  para transformar consiste en eso, en hacer partícipes a todos de las ideas más inescrutables del intelecto humano con un lenguaje comprensible. La expresión clara de las ideas permite que la persona pueda asumir o refutar con libertad  aquellas cosas que no le parezcen coherentes o razonables en los planteamientos realizados. Lógicamente, este quehacer filosófico no va a desarrollar de manera automática un nuevo intelecto pero si servirá de base para motivar a las personas comunes a profundizar, a hacerse preguntas, sin que vean el filosofar como una actividad exclusiva de los "sabios". 

En definitiva, no se olvide jamás que la filosofía es el primer eslabón de la ciencia porque la motiva y es el último porque la explica a través del razonamiento lógico, por esta razón, debemos vencer la tentación clásica de que la filosofía debe escribirse con lenguaje rebuscado y debemos hacerla accesible a todos, para que pueda impactar de manera integral al ser humano, haciéndolo más reflexivo para construir el mundo que deseamos desde la racionalidad. Un abrazo. Hasta la próxima.