sábado, 11 de abril de 2009

Violencia contra la mujer

-César Canela-

La violencia contra la mujer siempre tiene graves consecuencias. El abuso contra la mujer es un mal universal que afecta todos a todos los niveles sociales. El sexo femenino sufre las consecuencias especialmente en aquellos países que tienen una cultura machista, los cuales creen que la mujer no tiene los mismos derechos que los hombres y la tienen a un lado e incluso la consideran inferior a éste. Muchas veces, la mujer es considerada como un objeto, con el cual el hombre puede hacer lo que le parezca en el momento que prefiera. Todos sabemos que el maltrato al sexo femenino es una realidad palpable y que tiene muchísimos años en la sociedad.

Las consecuencias pueden ser físicas o psicológicas. Las consecuencias físicas son aquellas que afecta la dignidad corporal de la mujer. Las consecuencias físicas son las marcas visibles que quedan en el cuerpo de la víctima, deficiencias corporales, que en la mayoría de veces le hacen sufrir para toda la vida y en ocasiones le pueden provocar la muerte. Las consecuencias psicológicas son aquellas que afectan el alma de la víctima, es decir le provocan desequilibrios psíquicos. Se puede decir que las consecuencias psíquicas son las peores y las más peligrosas en la victima. Es más fácil sanar una herida en la piel que en el alma.

Las consecuencias son el resultado de una falta de amor y valoración a la mujer. La mujer se hizo para amarla y respetarla. Existe una mentalidad machista universal que surge especialmente de la mala interpretación de la creación humana en la concepción judeo-cristiana, la cual, al hablar de la creación nos dice que “la mujer fue creada después del hombre y de una costilla de éste”. Muchos con una mentalidad poco trascendente, tienen el valor de decir que la mujer fue creada posterior al hombre, porque en ella hay un grado de inferioridad. Con esta muchos quieren justificar el maltrato que realizan al sexo femenino. Considero que todo tipo de mentalidad que vaya en contra de la dignidad de la mujer es una concepción errónea y poco sustancial, porque degradan la excelencia de un ser humano, que aunque a veces se torna más tierno y débil que el sexo masculino, tiene el mismo valor e importancia.

Debe evitarse todo daño físico o psicológico dirigido a la mujer. Es necesario que a toda persona desde la niñez se le vaya enseñando que todos somos iguales, que gozamos de los mismos derechos, que tenemos la misma dignidad y que las diferencias sexuales, masculinas y femeninas, no fueron hechas para definir grados de superioridad e inferioridad, sino, al contrario, para que uno complemente al otro y los dos sepan amarse y entregarse mutuamente.